jueves, 19 de febrero de 2015

SILENCIO, EMPIEZA LA PELÍCULA

"Stairway to paradise"


 En la prensa diaria se publican artículos que los lectores y los propios autores del mismo seguramente consideran pequeñas historias algo rutinarias e intrascendentes. Raramente sospechan que hay algún lector que está leyendo con el corazón en un puño la descripción del que en algún momento quizás fue el día, la hora y el lugar más importante de su vida. No es la filmoteca, ni los cines Verdi, ni los Renoir...y sí, las once de la mañana es la mejor hora para el cine. Si me esperan, cuando los niños vayan a la suya y pasen de nosotros, en quince o dieciséis años prometo volver. Gracias, Mauricio Bernal. Gracias El Periódico de Catalunya.

"SILENCIO, EMPIEZA LA PELÍCULA


Hay gente que aprecia estas cosas: que nadie coma palomitas. La película aún no empieza y a la sala la recorren los murmullos educados de las charlas previas, pero nada más, ni la masticación afanosa de maíz tostado ni el concierto habitual de empaques expoliados con fervor. Teniendo en cuenta que la mayor parte de los espectadores han venido solos, las charlas, en realidad, son escasas: una que tiene lugar en las sillas del centro y otra atrás, en las filas de la derecha. Los demás leen la prensa o se dejan arrullar por la música ambiental, y la atmósfera tiene un componente monacal, más de antesala de una ceremonia pagana que de espera de una película de cine, según, al menos, las costumbres en vigor. Rayano en lo prodigioso, el momento tiene lugar no en las habituales salas de la intelectualidad local, sino en un lugar menos sospechoso de destilar tanta flema: los Icaria Yelmo de la Vila Olímpica.

 Hay una coyuntura de circunstancias felices que desembocan en esta espera dulce, pero aquí lo determinante son las coordenadas temporales: es sábado y son las 11 de la mañana, y el grueso de la población anda extraviada en la selva de los mercados municipales o de las tiendas de barrio, o deambulando por los pasillos de las grandes superficies, comprando, porque algunas agendas son así, cerradas, inflexibles: sábado, día de mercado. El cine probablemente figura entre las actividades menos populares a esta hora y en este día de la semana, y los asiduos de la matinal lo saben: por eso, en parte, están aquí. En este trozo de universo, una sala más o menos vacía es un sueño, algo con el aura de un anhelo satisfecho.

 «Sí, todo es más tranquilo. Y el público es más silencioso», confirma el subgerente, José Antonio Cordero . Orear a renglón seguido el título de, dos puntos: ser los únicos cines que ofrecen sesión matinal en versión original, no carece de sentido. La mezcla de ambas cosas, horario y subtítulos, es lo que a fin de cuentas atrae a estos raros, a esta fauna singular.

 Chistar no se conjuga.

«El cliente de las matinales es un cliente habitual, que viene siempre a las matinales», dice Cordero . «Viene más gente sola que al resto de sesiones, y el promedio de edad es más alto: viene gente más adulta. Además, son personas que saben perfectamente lo que vienen a ver, y nunca se escucha algo que es habitual en las sesiones de la tarde: ‘¿Qué me recomiendas?’». En la taquilla de estas mañanas cinéfilas está Mari Carmen Medina , que durante seis años ha estado a cargo del turno de la mañana. «Los conozco a todos, son gente que viene siempre a esta sesión. Les gusta porque no hay colas, las salas no están llenas y pueden ver las películas con tranquilidad». La taquillera conoce a los clientes, los clientes conocen a la taquillera y de tanto encontrarse en el mismo lugar y a la misma hora los clientes se conocen entre sí, se saludan, tú por aquí, qué vas a ver hoy, se produce la familiaridad del club o del gueto, difícilmente les disgustará que se les nombre así. La familia de las matinales. Habla en su lugar el detalle significativo de que el bar del cine no se abre para ellos, sencillamente porque no es necesario. «Está abierta la pequeña tienda de afuera, que también gestionamos nosotros, pero la verdad es que la venta de alimentos por la mañana es muy baja», explica Cordero .


 Empieza la película y aparece Jake Gyllenhaal con sus ojos de perturbado demente, dispuesto a ser carroñero y ser nocturno y sin escrúpulos. La espera educada se ha convertido en un silencio imperturbable, magnífico, algo fronterizo con la devoción. Chistar: ese verbo aquí no se conjuga. Y mañana, sí, será parecido pero no igual, porque el domingo es ocioso y un cine, por la mañana, tiene más público. «Sí: si a la sesión matinal del sábado vienen, por decir algo, 200 personas, el domingo acude el doble». ¿Económicamente? Económicamente no es de lo más viable, por supuesto, pero para eso están el resto de sesiones. Las mañanas son para los románticos.

2 comentarios:

  1. Que yo sepa, en Madrid, no hay paraisos como esos, que por lo que leo, lo tienen todo: puedes ver una película en versión original sin que sea iraní o malaya, y no te sientes como en un cuartel a la hora del rancho. A las matinales del domingo sí he ido, pero como dice el artículo, ya es otra cosa.

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    1. Yo llegué a ver alguna matinal de sábado en los Ideal, que son de la misma empresa, pero allí creo que la idea no tuvo mucho éxito.

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