miércoles, 19 de agosto de 2015

OPOSICIONES DE FILOLOGÍA ESLAVA

Aquí acaban las probaturas con los textos sobre literatura. Las novelas volverán al blog cada día 1 a partir del mes de octubre, y quería contar algo que es casi una declaración de principios.

A finales de julio del año 2014 empecé a leer este libro. Una primerísima edición que Tolstoi rehizo hasta llegar a la séptima, renegando de este primer borrador y hasta duplicando el número de páginas.


Sí, ya, ya lo leí por las redes. Que es ilegible, que no debería leerlo, que es sólo apto para estudiosos de Tolstoi, que es una aberración, bla bla bla...Que la buena es la del taller de Mario Muchnik, me aprendí hasta el nombre de memoria. Lo leí en muchísimas páginas muchísimas veces.

No es mi intención negar lo evidente pero sí tengo que hacer algunas consideraciones. 

Estuve leyendo el libro, que me costó 12 euros, desde finales de julio hasta terminarlo los primeros días de septiembre y me lo llevé a Barcelona, Madrid, Praga, Lisboa y Londres (imposible borrar el recuerdo de su lectura en el metro volviendo por la noche del Royal Opera). Lo leí en avión sobrevolando Europa hacia el Este y hacia el Oeste, en tren de cercanías y de larga distancia, en cafés por las mañanas y a la hora de la siesta, al despertar de la siesta y de madrugada, con el corazón encogido en un hermoso apartamento lleno de arañas gigantescas a orillas del bullicioso río Moldava. En plenas vacaciones y en mis primeros días de trabajo. Como entonces no tenía kindle, acarrear la edición "buena" hubiese sido impensable, incómodo, una pena destrozar algo tan voluminoso y tan caro.

¿Qué consecuencias trajo?. Pues sí, en efecto, como ya habrán adivinado suspendí las oposiciones de filología eslava. El tribunal advirtió rápidamente que mi conocimiento sobre Tolstoi era precario e incompleto y mi sueño de impartir clases sobre el ruso en una universidad se vio trágicamente truncado. Lo captan, supongo.

Aparte de eso me pareció una novela, o un borrador o una desgracia espléndida, terroríficamente disfrutable.

En abril de este año, sin haber pasado un año si quiera emprendí la lectura de la dichosa y antipática edición ultramegacompletachupiguay de Muchnik (yo es que la histeria y la sobreactuación en temas culturales la llevo fatal). La llevo fatal pero no estoy ciego ni tengo la obstinación de un tonto.

La diferencia entre las dos es la que va de una novela espléndida a una obra maestra. Las 1756 páginas de la edición completa suponen un esfuerzo demoledor. Las irregularidades de tono, de ritmo y de interés son tremendas (lo de la segunda parte del epílogo es para pegarse un tiro), pero el poso, la densidad y el poderío que tiene la obra completa es incomparable e inenarrable. La acabé a finales de julio de este año, una año después de empezar la "mala"  y la volvería a leer en breve.

La misma primera parte del epílogo, que antecede a la paliza en un callejón oscuro que nos da Tolstoi al final, es absolutamente maravillosa, el poso del tiempo contado como nunca.

"Guerra y paz", además de una epopeya histórica y de muchas otras cosas es probablemente la más bella obra de aprendizaje que se haya escrito nunca.

Tampoco soy tan tonto como para no entender que no a todo el mundo le puede apetecer el esfuerzo de esas 1756 páginas, que a veces es un esfuerzo terroríficamente desagradecido y con la recompensa demasiada lejana. ¿Qué deberían hacer?, ¿perderse por completo la obra?, ¿ni acercarse a olerla?. La edición reducida o primeriza, rechazada por Tolstoi y guardada en un cajón tiene muchísimos pasajes que permanecen intactos en la versión definitiva, tiene muchísimo del armazón y del estilo de la versión definitiva. ¿Por qué no acercarse a ella?, ¿por qué no leerla tranquilamente si no se quiere abordar la obra en toda su extensión?, ¿por qué´guardar de esa forma las esencias?, ¿qué nos puede pasar?, ¿suspender esas imaginarias oposiciones de filología eslava a las que parece que siempre nos estamos presentando?.

Pero voy a empeorar el sacrilegio y voy a acabar hablando del "Manuscrito encontrado en Zaragoza". En los 50, a finales, Roger Caillois publicó en Gallimard una edición muy resumida que la convertía en una obra del romanticismo fantástico que al parecer en esencia no era. Esa aberrante masacre a mí me parece una delicia absoluta. He intentado leer la íntegra y me parece ilegible, me mareo en sus interminables y desesperantes cuentos, ya no veo las letras. Antes de padecer ese tercio tras el cual tuve que abandonar, ya tuve un serio aviso con "Viaje al imperio de Marruecos", una obra soporífera. Busquen la masacrada, es una de las obras más seductoras y mágicas que haya parido la literatura. Si no fuera por eso casi diría que detesto a Jan Potocki. Tengo perdidas las próximas oposiciones de filología eslava, definitivamente..

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