jueves, 29 de octubre de 2015

LOS NIBELUNGOS

6 de marzo de 2002

Cine Club Tourneur


El cine mudo no sólo es de complicado acceso sino que
se nos vienen dificultades añadidas con el metraje de
las copias que llegan a nuestras manos. Que caiga una
copia de "Los nibelungos" es motivo de alegría, que la
copia (primera y segunda parte) resulte durar 148
minutos, es una decepción.

No es el alarmante caso de Erich Von Stroheim, del que
circulan montajes increibles, versiones que salvo
algunos destellos de genio le hacen parecer un
director gris, (y no me refiero a los 140 minutos de
"Avaricia", lo mejor que ronda por España). Copias de
"Esposas frivolas" o "Blind Husbands",que parecen tan
esquemáticas, insípidas e incoloras, o de "La reina
Kelly" y "La marcha nupcial", aunque en este caso es
muy difícil distinguir para los que no tenemos datos
concretos a mano, qué películas han sido aligeradas a
posteriori y qué películas ya fueron masacradas en su
día, pues el caso de las dos últimas no tiene tanta
mala pinta como las versiones de las dos primeras. El
caso es que son películas de las que me abstendré de
hacer otros comentarios, ya que montajes dietéticos
las dejan demasiado lejos de la inconmensurable e
irrepetible "Avaricia":por mucho que sepamos de buena
tinta, que de la última circula una versión que ya
alacanza las cuatro horas sobre el megaproyecto de
ocho original.

Si puede ser interesante decir algo de este "resumen"
de "Los nibelungos" es porque el potencial de
fascinación que pudiera tener mi soñada versión más
completa, permanece en este simulacro de película poco
menos que intacto.

Imposible imaginar algo mejor, aunque sí más largo.
Fritz Lang hizo historia en la épica, el melodrama,
las aventuras y el fantástico en una sóla película.

Se ve concitando algo de espíritu infantil para un
sábado tarde, admiración profunda y asombro adulto
ante un cine que está en la cima de todos los cines, y
conmoción ante una historia de fantasía desbordada,
vibrantes emociones e impulsos elementales primarios y
trágicos

A unos escalofriantes casi ochenta años vista, es una
superproducción comercial modélica que corta la
respiración. No sólo ciega estéticamente, es
apasionante, no desfallece.

Además pone al descubierto la que creo es una gran
falacia de las películas de Fritz Lang, que
afortunadamente se va evaporando:esa creencia que
desde inmemoriales enfrenta a una etapa alemana y una
etapa americana.

Hace siglos, los enemigos del Imperio, soltaban sobre
su cine americano, lindezas como la siguiente:

(Sobre Mientras Nueva York duerme)

"Este es el buen ejemplo del cine que se puede hacer
con mucho oficio, pero sin talento. Fritz Lang lo
tuvo-hay que recordar su etapa alemana,
expresionista-pero lo vendió por un vaso de Coca-Cola"
(J.M Pérez Lozano, Film Ideal nº18, abril de
1958-recogido por Quim Casas en su libro de la
editorial Cátedra sobre el director)

Es decir, algunos, yo diría que no era el único, se
cargaban de un plumazo una ristra de maravillas que no
es necesario citar en función de la nacionalidad de la
producción, y salvaguardando las dichosas y lustrosas
etiquetas cuando el propio Lang afirmaba "el
expresionismo es un juego", quitándole hierro al
asunto. Tantísimas sonrojantes tonterías se podrían a
lo largo de la historia de la crítica sobre entorno a
esta tendencia...

Mientras tanto, cahieristas, amigos del maestro y
Peter Bogdanovich en particular en su libro "Fritz
Lang en America", clave para la recuperación del
prestigio de esas películas, se esforzaban por
derribar tópicos de una manera quizás tampoco del todo
justa. Decía Peter:

"Al sustituir al superhéroe alemán por el hombre
vulgar americano, dio a su obra no sólo un atractivo
mayor, sino un mayor impacto emocional:un público
mayor puede identificarse con los protagonistas de
Furia o Los sobornados que con los personajes de Los
nibelungos" (prólogo de Fritz Lang en America recogido
por el propio Casas)

Quizás ello tampoco sea exacto, y tenga más que ver
con esa tendencia tan humana de defender un concepto
denigrando por fuerza su contrario, tendencia a la que
yo también me apunto de tanto en tanto.

"Los nibelungos" es un serial aventurero (¿no hubiera
sido en EEUU ni más ni menos que un western como
"Encubridora"?), un serial aventurero como luego lo
fue "Los contrabandistas del Moonfleet", como serial,
y además de periódico era "Los sobornados".
Temáticamente, (y eso las hace películas muy serias,
intensas y rigurosas), nibelungos y contrabandistas no
son más que dos frivolidades folletinescas no aptas
para "espíritus divinos", por mucho que la alemana
está dignificada con una supuesta aura solemnidad
wagneriana y la segunda tenga como única defensa el
poco edificante y culturalmente nada sublime espíritu
de ese escritorcillo del tres al cuarto llamado Robert
Louis Stevsnon, herencia que nunca tendrá el mismo
favor que la recia y elevadísima saga teutona.

Pero lo más importante, frente a tanto elitismo que
ningún favor le hace a la película alemana, es darse
cuenta que la maravillosa "Los nibelungos" es una
historia de pasión turbadora (la que arrastra a
Gunilda a vengar a Siegfried, la que arrastra al rey
Gunther a traicionar a su amigo), y cómo vimos esa
pasión turbadora en una película americana llamada
"Perversidad". Es una historia de fatalismo (pobre e
invencible Siegfried), como luego se vió en "Solo se
vive una vez" y "Más allá de la duda" (uno de los
títulos de Lang que no encuentro por ninguna parte),
fatalismo que arrastraba a Gloria Grahame en otro par
de títulos de "Deseos humanos" o "Los sobornados". Y
cómo olvidarnos de la venganza, de "Encubridora", o de
"Los sobornados" (menos paisonal, más planteada allí
como acto de justicia policial, pero no menos emotiva.

Será misión de la gente que se dedica en serio a
estudiar estas cosas, devolverle a las películas de
este maestro la categoría de obra de evolución
continua (tanto ética como estética), extremadamente
coherente y sin esa fisura puramente geográfica que
enfrenta inútilmente unas películas con otras.
Piénsese también como ejemplo "M" y "Furia", dos
películas sin duda muy diferentes en intenciones, pero
que ilustran a ese Lang contínuamente crítico o
inquieto alrededor de la sociedad y el tiempo en el
que vive.

Al margen de su condición de película inaccesible e
intocable, Los nibelungos" es ENTRETENIMIENTO DE ORO.
La sombra de Fritz Lang se engrandece y se enriquece
con los años. Sus películas merecen todo tipo de
descubrimientos como éste, y además invitan a todo
tipo de redescubrimientos que puedan mejorar el
conocimiento y el disfrute de una extensa obra que
debería contarse entre las mejores y más fascinantes
de la historia del cine, que merecería gozar de la
celebridad de (¿pongamos un Hitchcock?).


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