miércoles, 31 de agosto de 2016
LA TERCERA DESERCIÓN Y LA BLANCA PUREZA
En el dormido final de agosto, cuando esta entrada (de menos entidad) dispone de sólo dos horas y media en primera plana, acabamos el cine de la edición de verano con una brizna de pesimismo hacia films estrenados este año en España.
Poco habitual es que no termine de ver películas, y aún menos que no terminándolas tenga algo que decir sobre ellas. En este blog sólo sucedió con el largo "Misterios de Lisboa", redimido después con la serie de televisión y que tendrá en unos meses su redención definitiva volviendo a ver el largo, y con "Winter sleep", me temo que imposible de redimir y cada deserción ha tenido su propia historia. Quiero dejar constancia de un par de apreciaciones, o mejor dicho, depreciaciones que constituyan por sí mismas la historia de esta tercera deserción en "El amor después del mediodía". Seguimos con el cine, ahora cada lunes. Éstas ya todas terminadas de ver y con palpitaciones propias y consistentes.
LOS ODIOSOS OCHO: Hace tres años escribí sobre "Django" "La película más larga de Quentin Tarantino considerando a los Kill Bill como obras independientes. Un hilo argumental escasísimo e insuficiente para 165 minutos que me aboca a dos posibles tesis. A) Tarantino está metido en un callejón sin salida con los géneros setenteros a punto de acabarse. B) El fallecimiento de su montadora habitual, Sally Menke, le ha ocasionado problemas de entendimiento y de ritmo con el nuevo montador Fred Raskin. La película me pareció inusualmente lenta y con total falta de acoplamiento entre la cadencia de los diálogos y el montaje de las imágenes, que solía ser prodigioso.". Ni una coma cambiaría de aquel texto aplicándolo a "Los odiosos ocho", sólo que se va haciendo más profunda la incapacidad de Tarantino, al que tanto adoré, para filmar una sola idea o una sola emoción que merezca la pena, y no estoy hablando de profundidad. Como dije en otro texto debería dejar de plantearse qué género va a filmar y empezar a pensar en qué idea o qué emoción va a filmar. No me planteo repetir el inacabable suplicio que supuso Django y deserto.
EL HIJO DE SAÚL:Si filmas una ducha en la cámara de gas como Haneke, o como los Dardenne, eres la caña, si la filmas con violines de John Williams eres inmoral. Hasta el moño de dogmas audiovisuales que para mí carecen de sentido. Nada que objetarle a la película sólo que no me interesa la opción, tan sensacionalista si de representación, de manera de representar hablamos, como la de Spielberg o la de Benigni (hay muchos tipos de espectáculo y hay espectáculo con barniz intelectual que tiene clarísimo su target, sí, ya sé que duele ser un target), y deserto a favor de actividades más edificantes.
La blanca pureza y la Verdad
Tanto Bresson como el cine fantástico con efectos de Harryhausen representan distintas formas de artificio (sí, el absolutamente genial Bresson es puro artificio desde su ridícula o risible reivindicación de la ausencia del mismo), ninguno está más cerca que el otro de la Verdad. Porque la Verdad, la Realidad, o lo que leches sea eso tan inasible e idealizado, en cine es irrepresentable. Por eso tomo esta película como excusa para hacer la reflexión tras ver esa molesta ducha inicial. Mi crítica es más hacia esos dogmas que hacia la película. Es una película por ver que seguramente tenga sus propios e irrefutables valores.
Y despido esta edición de verano del blog haciendo notar a cuenta de esto algo que detecto en redes sociales y foros diversos. Quienes se jactan de haber encontrado la pureza que "nos enfrenta con nosotros mismos" en Haneke o Lars Von Trier por contraposición a gustos de la plebe más deleznables no se da cuenta de que existe otra crítica aún más depurada que se cachondea de sus Haneke en nombre de otros directores aún más depurados si cabe. La búsqueda de la Pureza y de la Verdad en el cine es un delirio, una estupidez, una carrera sin fondo y sin final que sólo puede acabar coherentemente con una pantalla en blanco (o en negro).
Todas las imágenes esconden una Verdad, su propia verdad, nuestra propia Verdad. Este verano he encontrado más verdad en el pas a deux de Fred Astaire y Cyd Charisse en "La bella de Moscú" que en toda la carrera de Haneke. Hay más verdad en los colores y las arquitecturas de "La tumba india" que en toda "M" (que por supuesto me gusta también mucho y prefigura al nazismo y denuncia a la sociedad alemana y bla bla bla).
Eso que decía, dogmas descorazonadores, vacíos de contenido, ni de sentido ninguno. ¿El culpable?, las rimbombantes e insoportables citas de los grandes maestros del cine que pueblan las redes sociales, ases absolutos con la cámara pero personalidades vanas y engoladas soltando discursos vacíos que han hecho muchísimo daño a la educación de miradas que sólo saben ver placer en artificios teledirigidos hacia su target o en películas (de eso hablaremos otro día, quizás el verano que viene o quizás ni hace falta hablar) hechas única y exclusivamente para críticos de cine, no porque sólo ellos pueden entenderlas sino porque tratan asuntos que sólo a ellos les conciernen.
Sucede lo mismo con otro dogma de moneda corriente.
El cine como Arte y el cine como entretenimiento.
La dicotomía es falsa, no existe. A Arte no se le opone entrenimiento se le opone mediocridad. A entretenimiento no se le opone Arte se le opone aburrimiento. A mi todo Arte me entretiene, Bergman me entretiene, Bresson me entretiene, Proust me entretiene, Wagner me entretiene, el Arte me entretiene aunque sea cansándome y desafiándome a buscar desde mi cansancio, desde mi aburrimiento productivo (que es lo máximo que estoy dispuesto a aceptar en cuanto a aburrimiento) y todo entretenimiento me parece que conlleva el Arte de saber entretener.
No sólo una ingente cantidad de cine no puede clasificarse de ninguna de las dos maneras o se puede clasificar en las dos (con lo que la dicotomía ya es inservible de entrada), sino que una enorme cantidad de cine rodado como Arte no lo es y una cantidad de cine rodado como entretenimiento sí es Arte. Es una dicotomía que no sirve para nada, que sólo alimenta la pereza y la más absoluta miopía crítica. Sobrestimando productos con barniz de Arte muy mediocres y subestimando productos con barniz de entretenimiento llenos de Arte.
Buenos presupuestos para comenzar la séptima temporada del blog, ¿no creen?
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Estos últimos días he estado leyendo a Nietzsche, uno de los mejores antídotos contra el dogmatismo de la verdad y temprano explorador de las cosas tan desagradables que esconde; él escribió, por ejemplo: "la falsedad de un juicio no es ya para nosotros una objeción contra él; la cuestión está en saber en qué medida ese juicio favorece la vida". Y también: "Ay, qué sois, pensamientos míos escritos y pintados. Ya os habéis despojado de vuestra novedad y algunos de vosotros, lo temo, estáis dispuestos a convertiros en verdades: ¡tan inmortal es el aspecto que ofrecéis, tan honesto, tan aburrido, que parte el corazón!"
ResponderEliminarSolo discrepo de la negativa opinión sobre las palabras de los "maestros": los cineastas no dejan de ser humanos y pueden tener su vanidad como todo el mundo, pero creo que las declaraciones de Hitchcock, Lang, Rossellini, Buñuel, Sirk, Bergman, Godard, Straub o, desde luego, Bresson (siempre que las interpretemos de forma no dogmática sino como descripción de sus intenciones y métodos) resultan mucho más enriquecedoras que las de la mayor parte de los críticos.
Saludos
Sí, debería haber explicitado con mayor justicia que esas palabras suenan mal tal como son tomadas y entendidas. En las redes sociales casi siempre se ve la frase descontextualizada y casi siempre está tomado un fragmento donde se habla de la Realidad, de la Verdad, de absolutos negadores y por qué no decirlo bastante pomposos. No puedo negar es cierto cierta antipatía personal por lo leído de Bresson pero también creo que está relacionado con cómo es tomado habitualmente que con lo que significa realmente. Como si ese cine fuera el único cine posible. En cambio creo que Tarkovski como teórico es un prodigio de sencillez.
ResponderEliminarSaludos
Como el lenguaje se pervierte y se tuerce hemos tenido que adoptar el cine de entretenimiento como seudónimo de cine palomitero y sin alma. No es justo, pero si digo que hay un cine de entretenimiento que no me interesa casi todos sabemos por dónde nos andamos.
ResponderEliminarTampoco pasa nada. Es una perversión del lenguaje con la que yo puedo ser crítico y estar especialmente en desacuerdo, hacer incluso una cierta bandera de ella. Otras cosas buenas buenas tendrá, Miguel. Por eso hablaba yo de "presupuestos" adoptados por el blog ("mi blog"). Por suerte los tuyos tienden más, sin perder el sentido crítico, a defender un determinado tipo de cine que tiene todas las de perder. Ahí entra la crítica y un determinado sentido del compromiso que yo entiendo, aplaudo pero que mi cerebro, corazón y poros asumen con más dificultad o no asumen a veces. Ya lo comentamos en algún hilo de facebook, en esa tensión dialéctica entre maneras de ver el cine está la verdadera comprensión de las películas (he dicho verdadera, con lo que detesto la palabra "Verdad"). En las redes sociales puede encontrarse y disfrutarse esa "tensión", cada vez menos porque la tendencia natural apunta a las afinidades naturales y comprensibles y en los peores casos a un aburrido coro de aplausos, autoaplausos y complacencia mútuas. Es un lugar estupendo donde tú puedes hacer el análisis de una película y recibir 25 repuestas donde te cuentan lo guapo y lo listo que eres en lugar de contarte qué piensan ellos de la película (inmejorable y tentador ¿no?). Pero algunos no renunciamos a "molestar" y "ser molestados" para entender mejor.
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