Me he quedado a 240 páginas del final del tocho sobre Bach y ya tengo el ojo puesto a otros libros de parecido pelambre sobre Auguste Renoir o Shakespeare cuando lo termine. Tan fascinante en lo histórico como duro de roer en lo musicológico. Además de estas sesiones de hard que me han consumido buena parte del verano, éstas fueron las novelas del mes:
LUZ DE AGOSTO: Ha sido totalmente caprichoso el haberme leído esta obra en agosto y cabe aclarar que no es en absoluto necesario, significativo, relevante ni nada por el estilo. Faulkner sigue jugando en esa liga de maestros desdibujantes de los contornos, hambrientos de las posibilidades, dinamitadores de los límites de la literatura. Por un lado está qué es la literatura y por otro otras posibilidades, qué puede llegar a ser. Como otras veces empieza clarito, se enmaraña, se desenmaraña, aburre a ratos (y bastante), deslumbra con fogonazos del más alto y puro placer...y finalmente es imposible que consideres su lectura una pérdida de tiempo. Dos historias tejidas y entretejidas, cruzadas y descruzadas a placer, el Sur y el peso fantasmal de su historia, de su presente y de su futuro. La mejor en un cara a cara con "Mientras agonizo", quizás me quedaría con "Luz de agosto". Y ganas de seguir leyendo.
LA PUERTA ESTRECHA: Febril novela amorosa que se lee bien, cuya prosa se disfruta lo suficiente pero de la que me temo que no me quedará excesiva huella, por no hablar de piadoso olvido. Una ensalada de amores no consumados crean un clima enfermizo que es, voluntaria o involuntariamente, un grito desesperado a favor de vivir la vida, una llamada a mojarse, a arriesgar y a apostar en lugar de glorificarse y consagrarse a pasiones supremas jamás estropeadas ni consumadas. Recordando una comparación en no sé qué novela de Unamuno, creo que "Amor y pedagogía", los hay capaces de comprarse un paraguas nuevo y nunca abrirlo por miedo a que la lluvia lo estropee.
LA LLAVE: Reverenciado clásico de la llamada literatura erótica escrito en el Japón de los años 50. A mi francamente su supuesta ironía y ambigüedad me parecen previsibles y aburridísimas y sus retratos psicológicos una sarta de tópicos bastante sonrojante. Algo es tópico cuando más allá de que sea cierto o no lo sientes como trillado, no te despierta emoción de ningún tipo, crees que el mundo es así y es mucho más y a veces mucho menos. Desconozco si cuando a mis cincuenta (o antes) tenga problemas similares a los del protagonista me acordaré y comprenderé esta obra pero de momento el mundo me parece ciertamente mucho más complejo, variado, a veces más difícil y desde luego mucho más emocionante y divertido que cómo lo cuenta Junichiro Tanizaki en su Japón de los 50 (por ser verdaderamente irónicos y no ponerse demasiado serios). Lo que sí puedo imaginar es que un maestro del cine y de la puesta en escena como Kon Ichikawa pudiese hacer algo verdaderamente estimulante con esto, al fin y al cabo qué es sino el cine: un gran sublimador de material literario, por decirlo amablemente, la mar de cuestionable. Kenji Mizoguchi ya había adaptado a Tanizaki en "La señorita Oyu".
EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY: Sería tan tentador como absurdo comparar esta novela con la de Tanizaki ateniéndose a la etiqueta de "literatura erótica" y a que encuentro en el relato de Lawrence todo lo que echo a faltar en el japonés. Lo fundamental es que para animar a la lectura de Lawrence lo más interesante es alejarse de etiquetas. Es la novela que se lee todo adolescente de forma clandestina en un relato iniciático pero es mucho más que eso. Hay una capa erótica o sexual, con su punto soez bien medido y bien integrado en la estructura. Hay cuestión femenina, cuestión social y un afinado retrato psicológico de los personajes. A mi me ha parecido una novela magnífica de principio a fin. Una crónica del cambio de siglo del impacto de la guerra, de la industrialización, del consumo y de la tensión entre el retorno a la carnalidad y todo aquello que parece más impostado en la raza humana como la divagación intelectual estéril y el instinto aprendido de una sociedad que vive para acumular. Recordaba con agrado la versión cinematográfica de Pascale Ferran de hace unos pocos años y la interpretación de Marina Hands pero no esperaba una novela tan completa, tan apetecible ni que invitara tanto a leer el resto de la obra de D.H Lawrence.
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