lunes, 28 de noviembre de 2016
LA VENUS DE LAS PIELES
Roman Polanski, que es muy querido en lo cinemático, es bastante ignorado cuando se hace con la adaptación de obras de teatro. "La muerte y la doncella" no es de sus películas más apreciadas y no digamos ya "Un dios salvaje" donde es casi vox populi que es indistinguible quién la ha dirigido.
Ya se sabe que "teatral" en el mundo del cine es un adjetivo sorprendentemente peyorativo, a raíz de la obsesión por dar con lo "puramente cinematográfico", que es algo que tiene un reverso positivo (conocer, amar y disfrutar de los avances que la Historia de este arte ha hecho al respecto) y un reverso negativo (negarse el disfrute de una buena representación teatral filmada por muy anti-cinematográfica que resulte es absurdo. "Ya, pero es que para eso voy al teatro". Ya, pero no vas).
"La venus de las pieles" empieza con un estupendo travelling subjetivo hacia un teatro. Es una película con demasiadas cosas en contra donde curiosamente es Polanski el que la aguanta mejor. El texto de David Ives tiene un interés limitado, es previsible a partir de cierto momento y reiterativo. Mathieu Amalric es el de siempre y Emmanuelle Seigner, serán prejuicios míos, me sigue pareciendo poca actriz.
La película es como un Alain Resnais de baratillo que sin embargo se ve suficientemente bien. Y se me ocurre que quizás sea Polanski el responsable porque al resto lo he citado bastante para mal. Incluso la banda sonora de Alexandre Desplat para ser Desplat me parece bastante insignificante y si me apuras innecesaria.
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