domingo, 20 de agosto de 2017

DUNKIRK

Los bonitos entusiasmos leídos por aquí me han llevado a la sala a ver "Dunkirk", película en la que en principio no se me ha perdido nada. Cosas positivas de este pequeño ejercicio casi gimnástico que he hecho. Me parece una peli menos tostón y menos irritante que al menos las tres anteriores de Nolan. A ello no es ajeno que reduce entre 40 y 60 minutos sus duraciones habituales. El hombre clava cuatro estacas en la inmensa pradera y acordona la zona en la que va a realizar el malabarismo en lugar de tomarse la pradera entera. 

Se aferra al género bélico y lo esquilma de hojarasca teatral y de retórica sobreexplicativa (esquilmando de paso a su propio cine) intentando acercarlo al nervio puramente visual, al ideal de celuloide químicamente puro, jugando bien con los contrastes, por ejemplo entre la calma tensa del mar y la vibrante cinética del combate aéreo. 

Al final si no va a dejar demasiada huella en mi es más por mi poca motivación por el género, que no puedo disimular ni aparcar, que por flagrantes desaciertos de Nolan, lo cual no deja de ser una inesperada sorpresa en esta hermosa y curiosa voladura controlada. Y no puedo evitar tener cierta esperanza en si de ese control Nolan ha aprendido algo que me pueda interesar para la próxima. Quién sabe.

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