lunes, 24 de febrero de 2020

LA CLEMENZA DE TITO de W.A Mozart


Como soy incapaz de seguir el plan establecido en septiembre para la temporada, el blog vuelve desde hoy a sus orígenes. Publicaciones cuando sea posible y cuando guste, manteniendo solo el post de novelas leídas y películas vistas de principios de mes.

A la crisis de lectura, crisis, que no desaparición, se une que solo estoy viendo óperas en el Liceu, lo cual no deja de ser una hermosa ganancia, haber llegado a valorar así el más genuino de los escenarios. Y eso es lo que traigo hoy.

Tarde de gloria en el Liceu. Sí, otra vez. "A otros le da por el vino", como decía mi padre.

"La clemenza de Tito" fue compuesta aparcando momentáneamente el réquiem y la flauta mágica para la coronación de Leopoldo II de Bohemia, de hecho se estrenó en Praga horas después de la coronación. No sé si por estas circunstancias precipitadas o que realmente se ha escuchado y sentido así, ha sido una ópera poco apreciada hasta fechas recientes, de hecho algún comentario en la página del Liceu era de la misma opinión:que es una ópera menor. Yo como siempre me alegro de carecer un oído tan sutil como para que me gusten menos cosas y desde la primera vez que la escuché me ha encantado.

Había recibido la música de cuarenta compositores, y ya imagino cuando la tomó Mozart los comentarios en las redes sociales "¿otro remake?", "en Bohemia ya no tienen ideas". Irónicamente es la versión 41 la que ha pasado a la Historia, siendo uno de los estertores de la llamada "opera seria".

Dramáticamente a mi las óperas de Mozart que no tienen libreto de Da Ponte me parecen menos magistrales pero musicalmente ir a escuchar cualquier obra suya es una velada maravillosa asegurada, además lo que sí conserva es un componente humanista conmovedor, fue Mozart una de las mejores obras que dio el Siglo de las Luces.

El montaje es una compra del Liceu del concebido por David McVicar para el festival de Aix-en-Provence aunque algún medio consigna que McVicar no ha venido a Barcelona (tampoco sé si es habitual que los autores del montaje viajen a cada teatro en que se representa).

Un montaje ambientado a principios del siglo XIX con una escenografía y un vestuario que hacen pensar inevitablemente en su "Tosca".

Philippe Auguin fue el aplaudido director del foso, y en el segundo reparto, que realmente no es tal porque hay varios fijos, Vannessa Goiloetxea como Vitellia , defendiendo el papel que en otras funciones hace la más célebre Myrtò Papatanasiu, y Dovlet Nurgeldiyev, como Tito, se integraron perfectamente con los fijos Stéphanie D’Oustrac, como Sesto, y Anne-Catherine Gillet, como Servilia.

Lo más horroroso: la guardia pretoriana y sus ridículos ejercicios a medio camino entre la capoeira (otra vez como en "Aida" solo hace tres semanas) y el aire a lo "Tigre y dragón", me preocupa esa tendencia de los montajes del Liceu a que sus figurantes hagan el payaso de esa forma tan grimosa

Acaban el jueves pero vuelven , eso sí, con más cambios en el reparto, con cuatro funciones más en abril.

Por mi parte solo puedo añadir mi primer uso del guardarropa tras casi tres años haciendo el ridículo con el abrigo a cuestas y que diría que vi a Ernest Maragall al marchar pero de eso no estoy nada seguro, que soy muy mal fisonomista, y esta gente suele ir a los estrenos y no a funciones del montón. Tampoco se me ocurre nada irónico e ingenioso para relacionar su presencia con el argumento político de la obra, con lo que la anécdota pierde completamente el poco fuelle que ya tenía.





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