lunes, 18 de octubre de 2021

LA METAMORFOSIS DE LOS PÁJAROS

 Espléndida, en el sentido de generosa, opera prima de la directora portuguesa Catarina Vasconcelos, que se nos presenta en pantalla antes de la película en mensaje grabado, muy dicharachera ella con nuestra intuida presencia. No andaba muy errada, sobre la veintena de personas con un aforo permitido de 36 un jueves por la tarde, tratándose de una película ultraminoritaria. 


La película es una demostración de las enormes e inagotadas posibilidades del cine en un territorio en tierra de nadie, en la fascinadora zona limítrofe entre el cine narrativo y el contar una historia por un lado y el cine poético, la rima de imágenes, la métrica de las secuencias y la cadencia musical de las mismas, el territorio de la lírica que respeta a su prima hermana narrativa pero tampoco está dispuesta a dejarse tiranizar, tiene sus propias ambiciones y se desmarca con travesura.

Reseñar que la escena del padre leyendo el guion ante el espejo me parece de ovación y salida a hombros.

Está desbordada de voces narrativas que se alternan muy harmónicamente, sonidos, una utilización medida y efectiva de Schubert y una capacidad asombrosa para filmar no ya a personas sino también, sobre todo objetos que se adueñan poderosamente de la escena. En conjunto es una obra de que tiene pocas deudas cinéfilas, salvando el recurrente guiño a Tarkovski.

Resumiendo:nivel cineclub, de los buenas, de las buenas.

Y...por poner alguna pega, quizás la única reserva que podría guardarse ante ella es la reconocible sensación de obra pensada durante toda una vida (algo de eso hay, no solo es profundamente autobiográfica sino que empezó a dibujarse a la muerte de la madre de la directora, hace cosa de unos 20 años). ¿Por qué digo reserva?, no es que sea un defecto de la película pero se te queda la sensación de que se ponen la segunda película demasiado cuesta arriba, filmando de buenas a primeras materiales tan íntimos, totalitarios y absorbentes. Imagino que rodar un largo no debe ser nada fácil, y aunque probablemente se pueda aprender mucho de filmar cosas menos definitivas, sin saber cómo, cuándo y dónde vas a rodar la segunda, no aprovechar para filmar la película que llevas en las entrañas se antoja un riesgo insensato e innecesario



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