domingo, 16 de julio de 2023

IL TROVATORE

 Tarde de gloria en el Liceu. No sé, no sé, de la misma manera que la venta de antibióticos está limitada, yo creo que el número de puestas en escena de La Fura dels Baus que uno puede ver en un año también tendría que estarlo. Ahora "Il trovatore" de Verdi. Acaba octubre y era a finales de julio cuando escribía en en esta misma sección que le podía conceder el beneficio de la duda a las cruces de la "Norma" de Àlex Ollé. Procuro concedérsela a las moderneces operísticas, por no causarme úlceras y porque puedo entender que no se quiera hacer por los siglos de los siglos "El caballero de la rosa" con los mismos floripondios dieciochescos de siempre. Sin embargo el tragazo de tener que encontrarse a Ollé tres meses después con otra de las suyas ya resulta algo indigesto y resulta imposible reirle las gracias a todo.

Esta vez se trata, y una vez más a manos del escenógrafo Alfons Flores, de una serie de monolitos kubrickianos en escena que suben y bajan, introduciéndose en unos agujeros en el suelo que les permiten simular trincheras o lápidas en una supuesta I Guerra Mundial, siempre hay una justificación simbólica explicada a la prensa, esta vez la idea de "trauma", una justificación que en escena es absolutamente inoperante e irrelevante. Todo el juego escénico gira entorno a cómo y cuántos monolitos suben y bajan en cada momento, a la manera un pesadísimo engendro mecánico que presidía también la valquiria del MET en el 18-19, las más aburrida valquiria que puedo recordar y que puede hacerse.
Los monolitos convierten el escenario en algo absolutamente gris y monótono, ante los cuales los uniformes militares con colores apagados no pueden hacer nada mucho mejor. Es casi como ver el escenario totalmente desnudo sin escenografía y resulta difícil transmitir pero no tanto imaginar como una música que siempre has juzgado como apasionante puede acabar resultando también monótona ante este verdadero disparate escénico, esta parida que lo único que hace es desvirtuar y hacer cuesta arriba y muy soporífera una ópera que nunca te lo ha parecido. Modernidad y audacias no necesariamente son paridas y ¡ya está bien de paridas!.
La parte de Verdi cumple. Juan Jesús Rodrígez, Saioa Hernández, Ksenia Dudnikova como Azucena y un entusiasta Vittorio Grigolo que saludó histriónicamente como buscando una ovación del público que fue buena aunque quizás él la esperara mayor, a la neoyorkina, bajo la dirección de Ricardo Frizza y unos coros del Liceu que estuvieron completamente ausentes en el telón final, por motivos que el público no se explicaba (eso con Conxita García no pasaba...me digo yo).Quale d'armi fragor poc'anzi intesi?, L'onda de' suoni mistici o los cinco minutos finales, una de mis páginas favoritas de la historia de la ópera y uno de los momentos dramáticos más conseguidos por su integración entre libreto y música, en especial desde Ha quest'infame l'amor venduto...venduto un core che mio giurò! culminando en ese "E vivo ancor!":final que sigue dejándome la piel de gallina en un fulgor que ni todas las furas del mundo pueden apagar.
Comentar también que conseguí sentarme en platea, y que además no ser de ese mundo ni por familia ni por profesión, ayer cabe decir que no había nada que ver tan cerca, y que me resultó un tanto decepcionante la visión bidimensional que se tiene de la escena desde tan cerca. El punto de vista me parece más interesante y rico subiendo arriba (no demasiado si es posible), yo creo que lo veo así por culpa de Scorsese. Y es que desde arriba miro alguna vez al público (culpa de Scorsese), veo la profundidad del escenario, las interacciones entre el reparto con mayor detalle y sobre todo una de mis mayores debilidades, voy mirando también de tanto en tanto al director y a la orquesta, me encanta, siempre me ha encantado verlos trabajar en pleno dramatismo de la ópera y si en las realizaciones televisivas no se ve por lo menos en las oberturas e inicio de los actos me pongo nervioso. Me parece que no me gustaría entonces Bayreuth, que están bajo un foso. Ayer no pude ver nada de eso. Ya iremos combinando razonablemente.



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