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jueves, 7 de septiembre de 2017

LOS TIEMPOS RECOBRADOS

Los tiempos recobrados

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La misiones fracasadas del ángel Clarence

No quiero escribir este artículo. Como crítico escandalosamente amateur estoy vacío de ideas, seco, estéril y muy cansado. He pensado en huir sin decir nada, arrastrándome por debajo de las mesas como el Guido Anselmi de Ocho y medio (Federico Fellini, 1963). Desertar de la película para siempre. Total, con cancelar mis cuentas en las redes sociales, mi cuenta de correo privado, nadie de Amanece Metrópolis podría localizarme nunca.
Iba a escribir sobre los vasos comunicantes que existen entre dos películas. Qué bello es vivir(Frank Capra, 1946) y Fresas salvajes (Ingmar Bergman, 1958). Dos viajes en el tiempo, al tiempo pasado, al tiempo propio. Dos exploraciones en la memoria personal, asistiendo a los recuerdos, a lo que fue o lo que pudo ser, teniéndolo ante tus propias narices.
Nada surge completamente nuevo en Capra, es imposible no pensar en el celebérrimo cuento de Dickens, pero da un punto de apoyo para pensar que la supuesta Modernidad de los 50 no florece en absoluta solitud. Cuando buscas esos puntos de apoyo no estás pensando en cómo Ingmar Bergman pudo ver el film de Capra e incorporar ideas a su obras. No es eso. Piensas en que la Historia, del Arte, del Cine, o de lo que sea, no son compartimentos estancos y un buen día no termina el clasicismo y comienza la modernidad. Todos los hemos oído o leído alguna vez pero es un ejercicio mental muy difícil de hacer.
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La película de Capra está enmarcada en un esfuerzo de postguerra por animar a la población estadounidense y transmitirle que el sufrimiento ha valido la pena. Comienza in media rescuando el ángel Clarence (Henry Travers), que ha fracasado en muchas ocasiones en su esfuerzo por ganarse las alas, recibe la misión de salvar a George Bailey (James Stewart), que está a punto de suicidarse. La película de Capra retrocede y cuenta durante hora y media la historia de Bailey, que sacrificó todo en su vida por su comunidad. De pronto, al finalizar la historia, la historia no finaliza verdaderamente, queda media hora en la que Clarence le muestra a Bailey qué habría sido de la vida de su comunidad si él no hubiera existido.
Esa mirada alucinada de Bailey sobre su yo y sobre su relación con los otros, que no deja de conservar un trasfondo irónico —cuánto sacrificio individual es necesario y en nombre de qué—, conecta con la mirada del profesor Isak Borg (Victor Sjöström) que, a punto de ser homenajeado en la catedral de Lund como doctor honoris causa, hace repaso a su vida mientras viaja al evento, viéndose como Bailey presenciando sucesos de su pasado, en su caso sucesos que él no llegó a presenciar realmente, como cuando ve a su prima Sara debatirse llorosa entre su amor por Isak y el de Sigfrid, el hermano de Isak, menos sensible e intelectual pero más lleno de vitalidad.
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La figura de Isak Borg está llena de mayores contraluces que la de George. El tratamiento de la amargura y el egoísmo del hombre contemporáneo es radicalmente distinta en Capra y en Bergman, sin embargo ese viaje en el tiempo y esa manera de corporeizarse en el pasado les traerá a ambos una relativa paz. Para George la antesala de una vida de más sacrificios y quién sabe si la negación de cualquier tipo de realización personal, para Isak una momentánea catarsis quién sabe si en sus últimos días.
Y bien, éste era el epicentro de un artículo que nunca será. No había más que esto, retazos para mí insuficientes para entregar un material aceptable. Qué hacer ahora. Recoger los bártulos, devolver la contraseña, tirar a la basura los folios de notas, devolver los libros y los DVD a sus estanterías y reciclar la cerveza en el contenedor correcto. Recoger los bártulos. Como Guido.

Guido

Mientras me bañaba en la playa volví a pensar en Guido. Fresas salvajes y Ocho y medio son sin duda las dos películas más influyentes del cine europeo. Del mundial. Dos relatos del yo, fundamentados sobre el recuerdo, pero Fellini da un paso que no habían dado Capra ni Bergman. El yo es el artista, quien recuerda es un creador y vida real y arte se funden y se confunden de una manera mágica y misteriosa, derribando todas las paredes de la narración lineal.
La mirada de Guido (Marcello Mastroianni) no puede ser la misma que la de George o la de Isak, no puede hacerse carne de la misma manera porque sus recuerdos y sus creaciones son una misma cosa, y Federico Fellini tiene que dinamitar toda explicación demasiado clarificada y demasiado ordenada para que se entienda realmente lo que significa. Ocho y medio inaugura un nuevo ritmo, un nuevo tempo y una nueva narración para el cine. Realidad, creación y recuerdo se entremezclan con una aparente caótica anarquía pero guardando un equilibrio y un exquisito control tras su caos. Al final la película frustrada de Guido se transformará en una película imaginada donde intervendrán todos los espectros de su pasado. Carne y creación al mismo tiempo.
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Sí, yo recuerdo y haré la película. Sí, yo recuerdo y escribiré la novela. Recuerdos que fluyen aparentemente descontrolados pero que guardan realmente un orden exquisito. Romper las paredes de la narración y de la clarificación. Quién había hecho eso antes de Fellini. Sí, él. Marcel. Proust, Marcel Proust. También al final de El tiempo recobrado decide que escribirá la novela. También En busca del tiempo perdido es la gran obra maestra sobre cómo se funden y se confunden Arte y Vida.
Han pasado dieciséis años. El ángel que quiere ganarse las alas con Joe Gideon (Roy Scheider) es nada más y nada menos que la Muerte (Jessica Lange). Ya no hay tiempo para componendas. Bob Fosse dirige el que es casi el mejor remake de  Ocho y medio jamás filmado: All that jazz. Y lo es porque al igual que Fellini respecto a Proust no se parece en nada a Fellini, lo que significa que ha entendido a Fellini perfectamente. All that jazz es un musical puro, ni pizca de atípico como suele decirse, en el que las canciones ayudan a progresar la acción. Y es un musical donde los recuerdos, lo vivido y lo creado fluye como Proust y Fellini enseñaron a hacerlo fluir.
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Al año siguiente Woody Allen se equivoca. Stardust memories tiene algún momento memorable, pero ésa sí que se parece a  Ocho y medio y necesita diecisiete años para reparar el error. Woody Allen entiende a Proust y a Fellini dirigiendo Desmontando a Harry, y al mismo tiempo nos remite a Fresas salvajes, demostrando que entiende y conoce perfectamente la historia del yo  en el cine y cómo el cine ha hecho viajar a sus personajes en el tiempo y ha convertido ese viaje en curativo.
La pasarela final de Fellini se convierte en el homenaje soñado a Harry Block, como el que recibe Isak Borg, pero ahora mientras suena «I could write  a book» bajo los aplausos de sus personajes. Sí, yo recuerdo y podría escribir un libro. Escribiré un libro, decide Harry. Y así se une a Guido y a Marcel en cómo convierten el Arte en una extensión de la vida.
7 de septiembre de 2015: En un tren de alta velocidad, sobre las seis y media de la mañana concluyo la lectura de El tiempo recobrado. Un par de horas más tarde nace mi segundo hijo. Yo también podría escribir un libro. Yo también escribiré un libro. Aunque sea a base de películas vistas recompuestas en retazos como éste. Todo sea por seguir entendiendo el Arte como Guido, como Marcel, como Harry…
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lunes, 26 de octubre de 2015

ALL THAT JAZZ-BYE BYE LIFE

El mejor musical de todos los tiempos, clásico y moderno. Los incluye a todos. Así. A bocajarro. Y no tiene nada de atípico, tiene toda la intensa alegría de vivir que siempre tuvieron los musicales (aunque hable de la muerte). Sólo hay que ver y rever esta escena, totalmente asimilable (no digo que comparable porque eso implica un juicio de valor y preferencias) a Gene Kelly en "Cantando bajo la lluvia"




miércoles, 24 de julio de 2013

ALL THAT JAZZ

Cuando en "Nine" aparece una momificada Nicole Kidman, más maltratada por el bisturí que por la edad, emulando a la bellísima Claudia Cardinale de "Ocho y medio", nos encontramos ante el mayor comentario crítico que haya hecho una actriz a su propia película. En efecto eso es "Nine" respecto a "Ocho y medio" una zombificación del material de partida.

Pero no ha sido "Ocho y medio" una película desafortunada respecto a sus seguidores. Dos directores USA al menos la han entendido a mi juicio y la han reconstruido atendiendo a sus propios e irrenunciables universos personales: mezcándola afortunadamente con "Fresas salvajes" Woody Allen en "Desmontando a Harry" (a la segunda tras la excesivamente mimética Stardust memories), y por encima incluso el Bob Fosse de esa creciente, imparablemente creciente obra maestra que es "All that jazz".

Como con tantas otras películas, durante un tiempo la vimos en España con la fotografía destrozada, doblada y con las canciones sin subtitular (son fundamentales, como en "Cabaret" para la trama y a día de hoy siguen sin subtitular en el dvd, hay que ponerse los subtítulos en inglés para no perderse nada de ellas). Pero no vale la pena quedarse en esa prehistoria.

"All that jazz" ya fue rescatada en su momento pero aún así aún uno no veía todo lo que había en ella. Porque parecía sólo una brillante y emotiva apropiación de "Ocho y medio", que lo es, pero no parecía tanto algo que también es, una de las mayores muestras de respeto al género y creatividad que ha dado el musical.

Cuando se hace "All that jazz" efectivamente el musical está muerto, aún se adaptan obras de éxito como "Hair" y aún quedará lugar para miradas retrospectivas y nostálgicas como "Dinero caído del cielo", que aunque brillante es precisamente eso, muy retrospectiva y nostálgica como para llegar a aportar algo al género, es un espejo y así lo certifica su mejor y más inolvidable número "Let's face the music and dance".

Bob Fosse se da la mano con lo que estaba haciendo Stanley Donen en los años 50 (y creo que un peldaño por debajo Vincente Minnelli). Desde entonces el género había tenido películas magníficas, pero eran muy deudoras de la edad de oro del teatro, de las obras que adaptaban. No es que Donen y Minnelli no utilizaran obras preexistentes, pero ellos inventaron un material completamente propio que empieza y acaba en ellos mismos.

Fosse, que los conoció, parte de esa estructura de guión felliniana presuntamente autobiográfica, que juega a la duda y al equívoco, y mediante un guión co-escrito con Robert Alan Aurthur (sanísima costumbre de entonces que también ponía en práctica entonces Woody Allen co-escrito "Manhattan con Marshall Brickman, especialmente adecuada para este tipo de guiones semi-autobiográficos) construye un musical absolutamente propio con una brillantez y una personalidad propia que trasciende las nostalgias, los revisionismos y la historia del cine de la que parte.

Fosse se hace eco de la madurez que había adquirido el musical teatral en los años 70, es capaz además de retroceder 40 años y montar sus propias follies como había hecho Sondheim poco antes en el teatro, como sale en "Cantando bajo la lluvia" y en "The band wagon", y las llama "Alucinación en el hospital", los sueños de un señor que está siendo operado a vida o muerte.

Su musical tiene densidad dramática, tiene vitalidad, tiene belleza (el director de fotografía es nada más y nada menos que Giuseppe Rotunno de El gatopardo o Amarcord), no olvida la historia de su género,  pero para dar un paso más, para escribir el nombre de All that jazz en el panteón de obras cumbre, quizás fue el último, el último musical puramente cinematográfico, quizás ya no han existido ni existirán más. Por eso es y será siempre justo, aunque se crea egocéntrico, que el último plano, que ése sea su último plano.

Esta oda agridulce a una profesión, al espectáculo, a una profesión y a una forma de vida (los grandes maestros no hablaron de otra cosa y el tema es como fue siempre la preparación de un espectáculo) ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes, es la obra maestra de Bob Fosse y uno de los cinco o diez grandes como mucho grandes films del género, que yo creo que va a ir ganando prestigio y pasión con los años, va a ir siendo estudiada y reverenciada cada vez más, a la mínima que los que ponen las películas sobre el tapete se hagan preguntas sobre este extraño género que siguió y sigue funcionando libre y vivo sobre las tablas y se murió penosamente sobre el celuloide. Será puesta junto a "Cantando bajo la lluvia" o el título que se quiera citar. Es y cada vez lo es más profundamente emocionante, de nudo en la garganta, y el cine es lo máximo que puede dar.













  

viernes, 10 de junio de 2011

CHICAGO:Nowadays/Hot honey rag

De entre las obras maestras del cine que nunca se han hecho, sin duda una de las que destacaría es la película "Chicago" dirigida por Bob Fosse, que habría sido sin duda uno de los títulos antológicos del cine musical. El maravilloso musical estrenado en 1975 que tuvo la mala suerte de no ver la luz del celuloide hasta el año 2002, de la mano de un director muy mediocre como Rob Marshall, que no obstante no pudo destruir del todo la perla que tenía entre manos y le salió una película bastante chispeante (nada que ver con el desatino de "Nine", en la que ya no tenía una perla entre manos).

Viendo este número final, sin duda me quedaría con el acertadísimo comentario de youtube sobre lo cruel que resulta colocar a Renee Zellweger al lado de Catherine Zeta-Jones y pretender que parezca sexy. Catherine en cambio está estupenda en toda la película, y después ha sido tentada por las tablas en el papel menos "sexy" de Desireé en la extraordinaria "A little night music", cómo me habría gustado verla en Broadway.



Hay muchas versiones en youtube del "Nowadays/Hot Honey rag", pero hay que referirse básicamente a dos.

La cantada por Gwen Verdon, esposa de Fosse, junto a Chita Rivera, por ser histórica, las dos actrices que estrenaron la obra. Y la del revival de mediados de los 90 (en el que el "cabaretero" Joel Grey era el humillado marido Amos Hart, el hombre de celofán), una versión con Karen Ziemba y Bebe Neuwirth. ¿Que quien es Bebe Neuwirth?, alguien fundamental en la historia de (mi) televisión, ¡Lilith!, ¡la ex-mujer de Frasier Crane!