TWIN PEAKS: FUEGO CAMINA CONMIGO

Pues ya está. Ocho años van a pasar desde que vimos en salas "Inland empire" y ya no hay noticias ni perspectivas de la vuelta de Lynch al largometraje. Su prestigio sigue al alza pero en el fondo sepultado en el estúpido debate "genio-estafador" en el que se enfanga a tantos creadores, como si la creación fuese la concesión de un crédito bancario con intereses moderados y no tuviese ya de por si algo, un muchísimo de estafa.

Viendo una película como la presente sólo puedo lamentar que me queden menos, o casi ninguna película de Lynch por descubrir y todas por revisar. "Mulholland drive" era muchísimo más en su segunda vez y "Twin peaks" sólo acaba de empezar.

No he visto la serie, tampoco la he echado especialmente en falta, no sé si he entendido la película, pero en lo que respecta a lo que verdaderamente me importa Lynch se mueve como un maestro y un verdadero creador en el territorio de las pesadillas (iba a decir de los sueños). Maneja las imágenes y todo el mundo psicoanalítico del deseo, el amor, la violencia y la muerte codeándose desde su América pueblerina con los mundos colindantes de Buñuel y de Hitchcock.

La fibra de sus imágenes es la de una expresión puramente cinematográfica que le debe bien poco o nada a otras artes, que le debe bien poco o nada a otros cines, siendo uno de los creadores primigenios de mundos propios como lo podía ser un Fellini, como muy pocos los ha habido.

Iba a decir que perfeccionó su camino a partir de "Carretera perdida", culminando su trayectoria con la pieza central de su última trilogía, esa "Mulholland drive" que un día ocupará el lugar de "Vertigo" en las encuestas del BFI, ya lo verán, pero ya está aquí todo, algo en bruto quizás, pero en todo su esplendor.

Esperemos algún largometraje más, y que no tenga que morirse y pasar las décadas para entender su contribución al arte de las imágenes en movimiento.