viernes, 1 de abril de 2016

NOVELAS MARZO 2016


GRANDES ESPERANZAS: Hacía exactamente un año que no leía a Charles Dickens. Me sucede con él que ya encontré su obra maestra, "David Copperfield", un feliz deslumbramiento, un fogonazo con escasos parangones en toda la literatura, de cuyo afecto no espero encontrar espejos ni equivalentes. Aún así, el resto de novelas suyas, mejores o peores, me siguen apasionando porque gozan de planteamientos diferentes. ¿Qué sucede con ésta?, que es una novela de aprendizaje demasiado parecida en principio a mi idolatrada, acusando demasiado que es muy inferior. Lo cual no significa que sea mala, floja o poco interesante. En absoluto, se significa como un verdadero negativo de aquella, con un protagonista más torpe, más hedonista, más ciego, de peores y más dislatados objetivos, con un personaje femenino más antipático, importándome menos el triunfo amoroso final, dos secundarios espectrales y trágicos y un saber vivir generalizado bastante peor que le da su verdadera categoría y su naturaleza a la novela. Y aún siendo el negativo de "David Copperfield" impone Dickens su mayor cualidad, el infinito respeto por sus personajes.



HISTORIA DE DOS CIUDADES: Rematando una de esas duplas que me gusta hacer de tanto en tanto, la novela certifica lo que decía en el párrafo anterior. Por muchas que hayas leído de Dickens, ésta es completamente nueva, completamente personal, tiene un carácter propio y escasas ligazones con las otras. Y no sólo porque desplace el foco a París, también "Oliver Twist" y "Tiempos difíciles", por ejemplo, tan inglesas ambas, tan obreras y tan decimonónicas, guardan no pocas diferencias entre ellas. "Historia de dos ciudades" es una novela espléndida, una narración arrolladora, bien definida, bien escrita, bien calculada, entretenida, emocionante con amores, revoluciones, espías, insólitos sacrificios... Un folletín y una novela histórica. Lo público y lo privado. Una crítica social y un lamento por la sangre derramada. Un prodigio, uno más, de puro humanismo.Y sobre todo una narración que no he leído ya antes...




DON QUIJOTE DE LA MANCHA (Segunda parte): En diciembre de 2014 emprendí la lectura de la primera parte impelido por las numerosísimas referencias e influencias detectadas en numerosa literatura de variadísimos países. En España quien más quien menos lee el Quijote dos veces, una en el bachillerato, que suele ser la más improductiva. No fue la lectura que más emoción me causó en los últimos tiempos la de la primera parte pero escribí "no es nada difícil disfrutar de lo que tiene de novela fuente a la que han acudido todos, asombrosamente moderna y genial". Este mes he leído la segunda parte, que abunda en esa modernidad apuntalada con numerosos elementos autorreferenciales y aún sin apasionarme personalmente (lo que demuestra que cuando alabo desaforadamente clásicos de siempre no voy de farol) resulta un irresistible e indiscutible monumento, cimiento de la cultura española y de la historia de la literatura, del que aprender y con el que sentir con su final ese pequeño escalofrío de emoción, escalofrío madre de ecos como el del final del "Pickwick" de Dickens.Por cerrar el círculo del mes.



VINELAND: Soy consciente de la velocidad excesiva con la que quemo los cartuchos Pynchon, pero no lo puedo evitar. "Vineland" es imposible de describir. Hay páginas de una imaginación y una vibración sublimes, que sólo son comparables a un hombre y una mujer que se encuentran en una habitación, sin antecedentes ni expectativas o esperanzas, sin entender nada ni esperar nada, gustándose porque sí, sin interpretación ni significación. Otras páginas son bastante farragosas y por qué no decirlo, bastante insoportables. Puede decirse que es un fresco de la América belicista y moralista de Reagan, a través de los ojos de unos entrañables hippies sobre cuya melancolía (deliciosa) se construirá luego "Inherent vice". La parte más identificable es ésa. Luego hay mucho más, hasta un orientalismo que parece anunciar la primera parte de "Kill Bill", y hay sobre todo una novela inabarcable e inclasificable. Con lo clásico que soy, casi diría que ha sido lo mejor de este mes.


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