En 1976 Paul Schrader estrena dos guiones: para "Obsession" de De Palma y
para "Taxi driver" de Scorsese. Si en la primera el referente es obvio
es Vertigo en la segunda el rastro más evidente es el de Centauros del
desierto, quizás las dos pelis más influyentes del cine americano de los
últimos 70 años.
La pista de centauros sirve no tanto para complacerse
en posibles concomitancias con personajes o argumento sino para
disfrutar la propuesta de Scorsese como la construcción de
un espacio mítico propio en su Nueva York, como pudo serlo el espacio
del Oeste. Más adelante ya indagaría de forma más explícita en el Este
rodando "La edad de la inocencia" o "Gangs of New York".
Ese Nueva York
que parece tan real y tan onírico al mismo tiempo es el que convierte a
la película en un título emblemático, anclándola en su tiempo y en ese
espacio resulta absolutamente intemporal.
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