En 1937 la Disney se lanza al largometraje con este clásico del cine.
Corresponden a la Madrastra los mejores momentos de la película, llenos de imágenes y movimientos de cámara que de haber sido entregados en imágenes reales habrían sido atribuidos a Lubitsch, a Mamoulian, a Tod Browning, a lo más granado del mejor primer sonoro americano, o incluso un poco avant la lettre a Tourneur.
El problema es que el bloque central en casa de los enanitos es un tostón insufrible en el que la película no tiene absolutamente nada interesante que contar, salvo el obvio cachondeo ante el papel de criada de Blancanieves y todas las derivaciones humorísticas que se quieran tomar, que todo sea dicho, es más fácil tomarlas sobre el papel que viendo o padeciendo la película.
Al final la Madrastra vuelve para nuestra alegría y el Príncipe aparece ante el ataúd de cristal a lo Johannes de Ordet casi reprochándole a los enanitos su falta de fe.
Paradójicamente el primer largo habría sido mejor corto.
¡FELIZ NAVIDAD!
La semana que viene novelas.
Jaja, el Disney clásico, con algunas (pocas) excepciones, me resulta insufrible. Soy muy poco nostálgico con el tema de animación. Feliz Navidad también a ti y los tuyos.
ResponderEliminarO no las he visto o no las recuerdo la mayoría. Un día le puse "La bella durmiente" a mi hijo y empezó a cerrar los ojos, le pregunté "¿la quito?" y contestó "no, no, deja, deja..." para acto seguido darse la vuelta en el sofá.El runrun de fondo le parecía ideal.
ResponderEliminarEn Blancanieves hay una parte cursi muy tostón, muy tostón. La parte tétrica es escasa pero muy buena. ¡Feliz Navidad Ricar2 y familia!.