David Wark Griffith es el director de la época muda cuya filmografía he estado descubriendo en los últimos años con mayor deleite y dedicación. Suelo ser caótico y disperso con lo que elijo ver, cosa que no tengo intención de cambiar, pero con Griffith largo que aparece largo sobre el que me lanzo, hasta estar casi acabándomelos.
Y más cuando parece un lugar común que a partir de "Las dos huerfanitas" ya sin Lillian Gish su carrera se adentra en una decadencia que personalmente no acierto a ver, aún regada de un ramillete de películas a veces verdaderamente magníficas, muchas con su entrañable nueva musa Carol Dempster, aunque no tengan el marchamo mítico de obras como "Lirios rotos" ni la Dempster sea obviamente Lillian Gish.
Por tanto no se me podía pasar de largo la puesta a nuestra disposición de "The battle of sexes" (1928). No me ha parecido una de sus piezas mayúsculas de la década pero sin duda sin historia architópica está contada con una enorme gracilidad, sentido del detalle y soberbia dirección de un reparto que no ha pasado a la Historia, salvo el muy humanitario Jean Hersholt que ha dado su nombre a un Oscar en honor a labores benéficas.Un melodrama moralista que se ve bien y se pasa en dos suspiros.
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