sábado, 30 de agosto de 2014

UNDER THE SKIN

Fantástica faena de la Glazer, no rematada como me hubiera gustado o quizás no rematada afortunadamente.

Con el tiempo los dogmas cahieristas sobre la expresión puramente visual no se asumen como tales, se puede aceptar un cine literario, pero no deja de ser un placer cuando se busca esa expresión puramente visual.

"Under the skin" empieza de forma apoteósica, como una versión de "Species" cultureta si se quiere, pero se suelta el pelazo con un cine fantástico sin explicaciones, ni coartadas, contemplativo y de tempo dilatado.

Pocas veces una ciudad moderna ha sido vista con esa autenticidad y vitalidad. Los ojos de la alien Scarlett Johansson recorren alucinados un Glasgow cosmopolita y europeo del siglo XXI, absolutamente reconocible por cualquiera de nosotros, los zombies que podríamos haber navegado por el siniestro éter en el que se sumergen las víctimas de sus encantos.

Y si el paisaje urbano es admirable el natural no se queda atrás, pocas veces vemos actualmente al mar y a las fuerzas de la naturaleza del paisaje escocés actuar con esa virulencia, con ese terror.

El fan de una historia con un cierto sentido tiene que estar rabiando en esos momentos. Olvídense o lo pasaran fatal. Y disfruten.

Otro factor importantísimo es la fabulosa y sublime presencia de Scarlett Johansson (no confundir con interpretación en el sentido canónico del término). Pocas veces un cuerpo había sido tan estudiado, dramatizado y extraordinariamente bien filmado como aquí. Las stars aciertan siempre metiéndose en proyectos así, y yo no recuerdo ahora película en la que la Johansson esté más memorable.

Nos bajamos un peldaño del éxtasis más absoluto cuando la película enseña en su tramo final un esbozo de historia, cuando la ternura de uno y la brutalidad de otro le otorgan un cierto sentido. Contar una historia o no contarla en sentido estricto no es bueno ni malo, pero pasa a veces que algunas películas tienen más talento para una cosa que para la otra.

"Under the skin" es una obra maestra cuando nos mira por nuestros centros comerciales y nuestras calles, pero no tiene nada que aportar a la narrativa de los terrenos del terror o de la ciencia-ficción literarios, aunque siente cátedra en los cinematográficos químicamente puros.






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