Una de sexo para empezar la edición de verano...
MIS ESCENAS DE LUCHA
MIS ESCENAS DE LUCHA
Hace 20 años veíamos por la tv a directores como Jacques Doillon y Michel Deville a los que llegamos a conocer antes que a Garrel o Pialat. Jacques Doillon llevaba tiempo desaparecido de pantallas españolas, aunque en los mentideros de internet se estaba hablando mucho de "Mis escenas de lucha".
Jamás se habría estrenado si no se hubiese hablado de ella en internet y a la vez haber esperado a que se hable de ella en internet va a hacer que su éxito sea relativo
A mi me parece una película atractiva. El juego coreográfico entre los dos protagonistas es chispeante cuando es un conato, turbador cuando empieza a explotar (turbador es algo diferente a excitante) y sí que es cierto que a la larga es repetitivo (viendo que hay algo de lo mismo en "Le mariage à trois" da un poco de pereza, la verdad).. Además su significación o su poder metafórico es un tanto simplón, algo empeorado por unos diálogos grotescos y enunciativos.
Padece de alarmante falsa profundidad, todo entorno a un acto sexual no consumado, en cuyos circunloquios era experto Rohmer pero que aquí se convierte en algo bastante cansado y sin sentido. Sobrevive aceptablemente sin embargo gracias a esa cierta chispa física pero acusa esa eterna descompensación de una parte del cine en la que lo escuchado es muchísimo peor que lo visto.
A L'AVENTURE
En cambio en la película de Jean Claude Brisseau, los defectos de la de Doillon, que con las horas se vuelve aún así poderosa en el recuerdo, son sensiblemente peores o peor es la ausencia de gamberrismo mental por mi parte para degustarlos.
¿A qué les recuerda que unos chicos y chicas artificialmente guapos digan cosas supuestamente la mar de intelectuales y retocen y retuerzan sus cuerpos en la secuencia siguiente?. Sigue un poco el esquema del cine porno más divertido, aquél en que un guaperas con gafitas te puede hablar de Hemingway en una secuencia, aunque tú sospeches que el actor puede que ni sepa leer, para pasar a la faena en la siguiente secuencia.
Brisseau al hilo un poco del misticismo de su estupenda "Céline", rueda una película hermosísima y elegantísima... Ya no es que todos sean muy guapos (demasiado costillar en ellas a veces), es que se visten y se pasean con muchísima gracia por escena. Lástima que parezca confiar su guión a Paulo Coelho. O yo soy muy insensible a lo que cuenta y lo caricaturizo así. O yo carezco de sentido del humor. Pero si en el film de Doillon la distancia entre lo visto y lo oído es enorme, en el de Brisseau, que normalmente hace mucho mejores films, la distancia es verdaderamente trágica.
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