domingo, 1 de mayo de 2016

NOVELAS ABRIL 2016



LA CONJURA DE LOS NECIOS: Novela bendecida por uno de los más grandes personajes de la historia de la narrativa moderna, el salvaje caballero medievalizante Ignatius Jacques Reilly, que no sería ni la mitad de divertido sin su antítesis o némesis Myrna (fastuoso para las meninges  leer los horrorizados recuerdos de su profesor). Obra divertidísima, maldita y de culto sobre la que ya se ha dicho casi todo. Declina en interés cuando estos dos no salen en escena, pero no por defectos de construcción sino porque ningún personaje que se pueda diseñar puede estar ni remotamente a la altura.


EL ADOLESCENTE:Ilegible tostonazo que convierte en verídicos todos los chascarrillos sobre la edad de oro de la novela rusa. Carezco de capacidad y de conocimientos para cuestionar su prestigio, de hecho la obra es parte reconocible por temas, estilo y personajes del corpus de Dostoievski y mantiene sugestivas relaciones con el resto de su obra (referencias a "dobles" y "jugadores" incluídas), pero es un hecho que queda para estudiosos. Si estructuras narrativas algo ingratas como la de "Demonios" acababan compensando aquí me encuentro con un flujo de personas y hechos pesado, espeso, que me tiene medio perdido y al que no logro engancharme en ningún momento de sus interminables 700 páginas. Y es que la virtud de una obra de estas características es que siempre podría uno resucitar o asirse a algo en cualquier momento de la travesía, ninguna desorientación es casi nunca irreversible. Aquí sí lo es, la esperanza se mantiene hasta el final, pero...Qué palabra usarán para esto los que llaman "rollo" a obras como "Crimen y castigo", "Los hermanos Karamazov", "El idiota" o la mismísima "Demonios". Magnísimas todas ellas.



LA CARTUJA DE PARMA: En verano de 2013 retomé la lectura de novelas tras unos seis o siete años renqueantes por culpa de la vida, el trabajo, los estudios y esa insidiosa fragmentación mental con que te castiga internet. El primer clásico que cayó entonces fue "Rojo y negro", tocho-tótem navegando entre lo pelma y lo sublime del que guardo un recuerdo agridulce. No sé si es por lo mucho que ha llovido en literatura en sólo tres años o porque de verdad me lo parece así, "La cartuja de Parma" me ha gustado muchísimo más. Una novela impresionante, ligera como una pluma, llena de acción, emoción, amor, drama entregadas con una hermosísima y naturalísima habilidad. Fluye sola esta obra maestra, cumbre narrativa. Puede que me influya que veo más vitalidad en el periplo de Fabricio del Dongo que en las cuitas amorosas de Julian Sorel. Hay un componente subjetivo o mejor dicho arbitrario en mi apreciación y estoy seguro de que también hay otro componente que está ahí de verdad:"cartuja" es un regalo, un momentazo de pura chispa que sólo se da una vez en la vida de un escritor.


BALTHAZAR: Decepcionante, en cierto sentido, segunda entrega del famoso cuarteto. Se lee bastante bien y tiene quizás menos lírica afectada que "Justine". Aún así se echa en falta un estímulo para continuar una vez leída "Justine", se echa de menos sentirse más apegado a los personajes, a ese mundo, creerte que de alguna forma lo entiendes mejor o lo entiendes de otra manera. La percepción momentánea es que "Balthazar" funciona con excesiva autonomía respecto a "Justine" y no aporta nada nuevo realmente significativo al mismo tiempo. No contemplo no acabar el cuarteto pero estoy lejos de estar entusiasmado. Con el nuevo curso "Mountolive" y en las Navidades "Clea".

4 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo en el comentario sobre La cartuja de Parma, una novela bella y misteriosa por el contraste entre lo trágico de los acontecimientos que narra y la felicidad que desprende el relato. Pero protesto por lo de tocho en relación con Rojo y negro, que para mi gusto no le queda muy por debajo, y lo mismo puede decirse de sus escritos autobiográficos, las Crónicas italianas (que releí hace poco), Lucien Leuwen, etc. Incluso sus obras fallidas (Armance) tienen mucha más miga que otros novelones de mayor fama.
    Stendhal es uno de los placeres más puros que puede deparar la lectura y, en mi opinión, lo más opuesto a la idea de un clásico polvoriento (algo que, como sugieres, sería mucho más aplicable a Durrell, más cercano en la cronología); aunque Flaubert o Zola puedan ser más modernos en otros sentidos, Stendhal es para mí el más cercano de los novelistas del XIX: muchos de sus agudos cotilleos o sus análisis políticos nos sorprenden como si estuvieran escritos ayer mismo, y por alguien muy, muy inteligente.
    Un saludo

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  2. No hay que interpretarme tampoco muy categóricamente, sobre todo porque no decreto nada y porque no voy a ser yo el que mueva ni un milímetro a "Rojo y negro" de donde está.Simplemente comento ciertos condicionantes en los que se ha visto envuelta para mí su lectura, mucho tiempo desacostumbrado a los clásicos y a esa cualidad que tienen de alternar páginas más espesas con otras sublimes (la misma que me hizo considerar poco tiempo después a "David Copperfield" como una de mis favoritas, y la misma que me hace detestar la asepsia de la novela técnicamente pulida, hipertrabajada y "bien" escrita, y ya estoy adelantando algo del post del mes que viene). Lo mismo me sucedió en este blog con "Wagon master", cómo explicar que no me entra de ninguna de las maneras pero que no tengo intención, capacidad, ni posibilidad, ni buenos mimbres para cuestionar en serio su elevadísimo prestigio. Pero claro, uno tiene que contarlo igualmente, porque si no acabas escribiendo "Rojo y negro:lo que usted ya supone", "Wagon master:lo que usted ya sabe". La vergonzosa sinceridad de un blog que asume que la culpa es y será siempre mía, ejem.

    Un saludo

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  3. Que conste que yo tampoco pretendo ser categórico, ni alego en virtud del clasicismo totémico de Rojo y negro, sino desde mi experiencia personal como lector de Stendhal.
    En sentido contrario a los cánones consagrados, y aunque no he leído El adolescente, tengo que confesar que me decepcionaron muchísimo Los hermanos Karamazov y sobre todo El idiota; en cambio, Demonios me parece la mejor novela de Dostoyevski, la que por sí sola le garantizaría la inmortalidad (como literato y como profeta).
    Un saludo

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  4. Comprendo, aunque yo sí alego en su favor ese clasicismo totémico, sin mentirnos ni un ápice sobre nuestra experiencia, creo que es necesario no obviar que algunas obras trascienden los siglos y encuentran decáda tras década nuevas generaciones de lectores. "Rojo y negro", que tampoco es que me disguste, es indudablemente una de esas obras. "Demonios" en efecto, es enorme. Un saludo

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