Es una asignatura pendiente comprobar qué cuenta Theodore Dreiser a lo largo de casi 1000 páginas teniendo unas adaptaciones tan sintéticas en todos los casos. El caso es que esta novela, que ocuparía en los suplementos de la época las mismas páginas que "El gran Gatsby", llegó a gozar de un guión previo de Eisenstein que no llegó a hacerse y que apuntaba a John Cromwell en la dirección.
Lo hizo finalmente Von Sternberg, siendo eclipsada la película por su ciclo Marlene Dietrich, cayendo en el olvido más absoluto.
La película es fabulosa, entre otras cosas porque como casi siempre Von Sternberg caminaba 20 o 30 años más allá. Los personajes no parecen del cine de los años 30, hay una mirada sobre ellos, sobre sus maneras y sus motivaciones, sobre su ropa, su mirada y sus gestos, que parecen de un cineasta moderno de los años 50 o 60. Recuerden que en "The salvation hunters" ya hablaba de filmar el pensamiento.
No es que sea, que lo es, simplemente de narrativa arrolladora, es que es una película completa, disfrutable desde la perspectiva teórica o práctica que se quiera, narrativa, estética, experimental, mixta, es un film irrebatible: y tengo el vago recuerdo, que no me apetece corroborar en breve, que fue el pobre George Stevens el que acabó pareciendo un cineasta de los 30 en los 50. Y el recuerdo más reciente que la creciente "Match point" se parece más a ésta, dentro de los códigos allenianos, que a su precedente más ilustre o afamado por el mito de sus actores Monty y Liz.
Aquí Philips Holmes había nacido para el papel, aciertazo de casting. Y Von Sternberg sería Marlene, pero mudo, sonoro, y hasta mudo y sonoro a la vez como aquí era un dios, un rey, un techo del cine.
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