jueves, 30 de junio de 2016

EL AMOR DESPUÉS DEL MEDIODÍA

20 de enero de 2002



Y para acabar de una vez por todas, qué menos que dedicar una líneas a esta excelente película, "El amor después del mediodía", qué título tan hermoso, donde por fin, nuestro hombrecillo se ha casado.
El prólogo es una presentación delirante y humorística donde aparecen las mujeres de los otros cuentos, a las que el protagonista intenta seducir por procedimiento de "ciencia ficción".
La clave de la película es otro personaje femenino espléndidamente diseñado, la Chloé que tan magistralmente interpreta la actriz Zou Zou. Sin ella no podría captarse el caudal de emociones intensas de la pequeña maravilla.
El protagonista, ahora se llama Fréderic, entabla con ella una hermosísima y conmovedora relación de comprensión y solidaridad. A ella le sirve para intentar curar la tristeza y la desesperación que asolan su vida, a él para intentar redescubrir y comprender mejor "su felicidad", la rara estabilidad de un matrimonio perfecto.
No hay engaños, no hay infidelidad, no se acuestan juntos, aunque se desean. El final podría entenderse en clave "moralista", entendiendo el adjetivo de forma peyorativa, podría ser, pero no deja de ser un final emotivo, se puede entender la actitud de Fréderic; aunque alguien podría decirme con toda la razón que si Hollywood me ofreciera ese final a un drama de estas características ya estaría echando pestes todo el mundo. Ahí está la diferencia, en que se nos permita o no entender a los personajes, en que estos sean más o menos creíbles, no en cómo actúen.
"El amor después del mediodía" es una excelente y tristísima película. Un final crepuscular, desencantado, pero en cierta forma nada trágico, para un ciclo de películas tan peculiares como estimulantes, vivas. Un soberbio proyecto para mantener espíritus despiertos. Se echará mucho de menos, aunque nos contase en una, dos, tres, cuatro, cinco y seis la misma historia.

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