lunes, 12 de septiembre de 2016
TRES RECUERDOS DE MI JUVENTUD
Las películas de Arnaud Depleschin tienen una extraña cualidad literaria que hace que incluso apetezca volver a ellas pasado el tiempo (además de descubrir las que no se han visto). Están contadas con un fluir que las asemeja a la narrativa del siglo XIX, no es una copia, es una especie de equivalencia, de herencia recogida, de belleza perpetuada.
Eso hace de la primera hora de "Tres recuerdos de mi juventud" una experiencia maravillosa, un goce de película. Como si fuera una especie de Dickens continuado en el siglo XXI.
En esa primera hora sólo algo nos deja la mosca tras la oreja, tics de Truffaut insertados de la manera más antinatural que puede. Y esa mosca tras la oreja se convierte en el gran lastre de la segunda hora. En este caso ya no es "herencia recogida" ni "belleza perpetuada", Depleschin se dedica a fusilar recursos narrativos de François Truffaut que le quedan completamente impostados y te sacan a patadas de la película. Supongo que su objetivo no es tanto el homenaje cinéfilo como el querer conferirle a su historia de amor el carácter de "más grande que la vida" que Truffaut le confirió a "Jules et Jim" o a "Las dos inglesas y el amor".
Pero el mayor problema no es que Depleschin pueda o no pueda igualarse a Truffaut. Si se ha igualado a él tampoco me importa mucho. Nos urge no sé si un nuevo cánon, no sé si una palabra tan mortuoria como panteón es la adecuada, pero nos urge que tipos como Arnaud Depleschin se convenzan que ser y haber sido Arnaud Depleschin, tanto el mejor como el peor Depleschin, es lo mejor que les podría haber pasado en la vida.
Quiero ver más películas suyas, él tiene la suerte de estar vivo. Desgraciadamente la carrera de Truffaut concluyó de forma trágica y afortunadamente sus películas ya están allí con nosotros para siempre. Al propio François Truffaut no le habría gustado que la historia del cine muriera con él.
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No conozco las películas anteriores de Desplechin, sobre las que he leído reseñas elogiosas, pero esta me decepcionó mucho y me parece que puede dar razón a ciertos prejuicios sobre el cine francés. No creo que la película falle porque Desplechin trate de ser Truffaut –aunque parece compartir con él, y con otros cineastas como Garrel o Doillon, la concepción de que la pasión amorosa "juvenil" es lo más importante de la vida– sino por su falsedad acumulativa, que acaba por hundir incluso sus momentos inspirados.
ResponderEliminarUn saludo
En todo caso, aunque no se compartan los motivos, en este caso el lector encontrará una parte positiva y una negativa a la que agarrarse.
ResponderEliminarUn saludo
Como tengo muy reciente "David Copperfield" y he visto dos películas de Desplechin (pero no la que comentas), te diré que me sorprende mucho que menciones a Dickens. Es una alusión inesperada.
ResponderEliminarBueno, sí, lo escribo mucho pero no está de mal repetirlo por si alguien piensa mal, cuando hago estas menciones no tienen como objeto documentar que Depleschin estaba pensando realmente en Dickens y que queda para los anales que tiene que ver con Dickens, simplemente son conexiones que hago en mi interior como espectador-lector, que pueden motivar en uno u otro sentido las conexiones de quienes tengan la amabilidad de leerme. Alguna vez rumiando y cavilando fui desde "Su juego favorito" a "La aventura" y alguien lo cuestionó. Es tan absurdo cuestionarlo como aplaudirlo, no actúo como documentalista, historiador ni nada por el estilo...
ResponderEliminarUn saludo
PD:"David Copperfield" me parece una de las grandes maravillas jamás escritas...