La primera vez que vi "El sueño eterno" (Howard Hawks, 1946) ya me perdí inmediatamente en su imposible trama. Aún así estaba entusiasmado y eso me enseñó vagamente qué debía ser aquello de la mirada, el estilo o la puesta en escena que no tenía nada ver con que te interesase lo que te estaban contando. La habré visto millones de veces más y me sigo perdiendo muy rápidamente (entre nosotros porque no me interesa nada).
Creo que la película no tiene nada que ver con eso que llaman cine negro y está más cerca de la comedia, del cine fantástico y que no está tan lejos de haber podido ser protagonizada por Cary Grant y Katharine Hepburn, de la misma manera que "El enigma de otro mundo" no da ningún miedo y se parece a "Hatari!". "El sueño eterno" también es la historia de cómo empieza una pareja, en el mundo de surrealistas sueños insensatos, donde el amor y la muerte acechan en cada esquina, en el único mundo en el que puede empezar una pareja.
Es tan absurda como "Su juego favorito", y como en ella, la manera de mirar y de moverse de sus personajes, la libertad y la emoción de una cámara que se mueve, dulce y discreta, como solo podría moverse en los sueños, su coreografía y no su argumento la convierten en una de las obras maestras de su autor y una de las películas de mi vida.
lunes, 25 de febrero de 2019
miércoles, 20 de febrero de 2019
EL EXORCISTA
8 años de blog, madre mía, se me había pasado, he caído en ello el 5 de marzo...
El exorcista (William Friedkin, 1973)

La experiencia del Festival de Sitges no significa lo mismo si vives a cinco minutos en tren de las salas del certamen. Así uno puede despertarse después de una noche no demasiado allá, llevar a los niños al colegio, bajar a tus otros niños al patio a recoger hojas, hacer una guardia, entregar un horario firmado, dar el puré al pequeño, comer, echar una pequeña siesta y a los pocos minutos tras un día tan gris y tan hermoso al mismo tiempo encontrarte clavado en una butaca de cine y ver entrar en la sala nada más y nada menos que a William Friedkin.
Es difícil explicar qué extrañísima sensación se te queda teniendo a dos palmos de tu mirada a un mito del cine de los 70 y del cine en general después de un día tan absolutamente normal. Tiene todo algo de película de David Lynch. Nos presentan a Friedkin y nos levantamos al unísono de un estruendoso aplauso. A mí se me pone la carne de gallina y algo cercano a una lágrima se asoma a mi rostro.
La película que se va a proyectar es El exorcista, de la que me pongo a explicar en escasas líneas, o al menos en no demasiadas, por qué se trata de una película que amo especialmente, más allá de su indiscutible adscripción al cine de terror, sin la cual sería incomprensible pero además de su adscripción al cine de terror.

Miren, al margen de las cosas que nos comentó Friedkin, que tenían sin duda un enorme interés, aunque no he asistido a ningún coloquio donde lo dicho haya vencido en interés a la emoción fetichista de la presencia del invitado, les propongo olvidarse en lo que dura esta crónica de la documentación acerca de la película y muchísimo más aún de la traducción de sus significados.
Friedkin nos decía que era un film sobre la “fe”, que creía posible todo lo que allí pasaba porque no se podía filmar cine siendo un “escéptico”.
Friedkin nos decía que era un film sobre la “fe”, que creía posible todo lo que allí pasaba porque no se podía filmar cine siendo un “escéptico”.
El exorcista es sin duda un film sobre un terror exterior, sobre el Mal con mayúsculas y sobre la existencia de fuerzas y entes que no comprendemos. No hay dobles sentidos ni dobles lecturas, no hay nada agazapado detrás de eso pero al mismo tiempo es una representación inmejorable, insisto en que dejen al margen si lo pretende o no, de un misterio interior que está presente en todas las películas verdaderamente grandes de misterios exteriores.
Solaris sin duda es un caso paradigmático al respecto. Lem y Tarkovski les contarán, y no hay motivo para dudar de ellos, que es un film sobre una inteligencia superior, sobre Dios y sobre el Absoluto y su misterio. Sin embargo hay que ser muy prejuicioso para obviar que detrás de esa satanizada “historia de amor”, que nos parece siempre una simplificación de los temas “verdaderamente importantes”, hay una novela y un film poderosos sobre la incapacidad de la Humanidad para relacionarse plena y satisfactoriamente consigo mismos y con sus congéneres. Sobre la incapacidad de amar.
O en La semilla del diablo, entrando en el subgénero de los trances vitales, sin sugerir que todo lo que acaece sean imaginaciones de Rosemary, cómo no ver en la película una gran obra sobre las convulsiones vitales que sufre una mujer cuando está embarazada.

En El exorcista nos lo ponen francamente fácil. Regan es una niña de 12 años en un tránsito vital de paso a la adolescencia. El malestar físico y mental de ese momento vital donde tanto sufrimiento y tanta enfermedad eclosiona.
Sus padres están separados y la relación con su progenitor no es fácil. Vive en la convulsa América de los años 70, que solo intuimos en off a través de la película que rueda su madre, que trabaja como actriz. A día de hoy las convulsiones de la adolescencia siguen siendo un misterio, y el malestar un reto nunca asumido, los trastornos de conducta siguen siendo un terreno pantanoso donde se mezcla la absoluta incapacidad de la Ciencia, que prescribe innumerables y agotadoras pruebas médicas y un sinfín de medicinas, se mezcla digo, con la Moral, aquí travestida de Religión, que pretende inculcar sus pautas de “normalidad” a través de su pura enunciación moralista, como la que se realiza en la representación que aquí observamos de un exorcismo. “Sal de su cuerpo” parece bastar para solucionarlo todo.
En El exorcista Ciencia y Religión se dan un tortazo contra lo inexplicable, contra lo inasible, contra un malestar personal imposible de detectar, justificar o explicar. Insisto en que son evidentes dos cosas:
1. Que no es un film que esté documentado que pretenda expresar esto pero me parece absurdo no poner aquí de manifiesto que lo expresa inmejorablemente .
2. Que sin sus ropajes de película de género, en la que es absolutamente brillante e inmejorable, nada de esto tendría sentido pues la expresión de ese malestar se diluiría en una masa amorfa o demasiado explícita en la que sería imposible entender nada.

La condición sin equa non para que El exorcista consiga un nivel tan alto de sentido es tener una puesta en escena extraordinaria donde Friedkin articula toda la acción entorno a dos escaleras (la de entrada y la de salida a la habitación de Regan). No tiene ninguna prisa por llegar al apogeo de la acción, como en Psicosis o Los pájaros. Y eso que al mismo tiempo economiza y nos ahorra antítesis demasiado obvias, pues es en el propio padre Karras en el que se dirime el fracaso de Ciencia y Religión.
Durante años el mito de El exorcista se ha comido a la propia película. Y mucho más habiendo padecido un doblaje como el español. Solo la versión original cuando empezamos a ver televisión digital nos devolvió la película que verdaderamente era y nos habíamos perdido. Hemos recuperado El exorcista y hemos constatado nuevamente como el mejor cine de género es capaz de mostrar como ninguno el verdadero misterio, que digan lo que digan los exégetas sobre lo divino siempre es el misterio humano.

Ficha técnica
.Título original:The Exorcist Año:1973 Duración:121 min.País:Estados Unidos Director: William Friedkin Guion:William Peter Blatty (Novela: William Peter Blatty) Música:Jack Nitzsche Fotografía:Owen Roizman Reparto:Linda Blair, Max von Sydow, Ellen Burstyn, Jason Miller, Lee J. Cobb, Kitty Winn, Jack MacGowran, Arthur Storch, Barton Heyman, Gina Petrushka Productora Warner Bros. Pictures
lunes, 18 de febrero de 2019
MOTHER!
"Mother! (Darren Aronofsky, 2017) se desdobla sobre dos películas. En su primera parte se reeditan las maravillosas sensaciones de "Cisne negro" y su terror sensacionalista basado no tanto en el exceso como en el magistral juego con los espacios y los sonidos, hiperbolizándolos adecuadamente a conveniencia del miedo a provocar.
En su indescriptible segunda parte entramos en una montaña de excesos en los que podrían convivir Buñuel, los Monty Phyton y el cine de zombies todo junto. El estupor y la carcajada nerviosa se mezclan.
Scorsese se lamenta de la indignación del público ante esta película pero hay que contemplar también la posibilidad de que esta segunda parte resulte grotesca en si misma por poco o nada conformista que se sea como público.
¿Qué cohesiona ambas partes?. Cierto discurso sobre la creación artística como vampirizadora del alma humana, sobre sus vanidades y almas vendidas, discurso que más o menos uno entiende ante un Federico Fellini pero que me pregunto si a Darren Aronofsky no le va un poco grande.
En su indescriptible segunda parte entramos en una montaña de excesos en los que podrían convivir Buñuel, los Monty Phyton y el cine de zombies todo junto. El estupor y la carcajada nerviosa se mezclan.
Scorsese se lamenta de la indignación del público ante esta película pero hay que contemplar también la posibilidad de que esta segunda parte resulte grotesca en si misma por poco o nada conformista que se sea como público.
¿Qué cohesiona ambas partes?. Cierto discurso sobre la creación artística como vampirizadora del alma humana, sobre sus vanidades y almas vendidas, discurso que más o menos uno entiende ante un Federico Fellini pero que me pregunto si a Darren Aronofsky no le va un poco grande.
viernes, 15 de febrero de 2019
LOHENGRIN de Richard Wagner
Ya queda menos para que todas las óperas de Wagner que vea sea la segunda vez que las vea.
Habrá entonces algo triste pero inevitable en ello.
Viena, 1985, Plácido Domingo, Cheryl Studer, dirigidos por Caludio Abbado. Creo que las segundas veces van a quedar en este caso siempre por debajo.
Estrenada el 28 de agosto de 1850 dirigida por Franz Liszt.Conmovió a Luis II de Baviera y se dice que era la favorita de Hitler.
De las reconocidas por el canon solo nos queda la que podría considerarse su precuela "Parsifal".
lunes, 11 de febrero de 2019
EL GRAN DICTADOR
Una película extraordinariamente extraña, desconcertante, irregular y maravillosa. Críticas despiadadas al nazismo ya existían en el cine americano de 1940 ("Tormenta mortal") pero lo que hace Chaplin es una mezcla muy valiente entre una película de Charlot y un film político de un descarnamiento, una violencia y una crudeza que me hacían pensar en el Schindler de Spielberg. Se ve a los nazis asesinar a sangre fría y si bien las pelis de Charlot siempre fueron sociales no en este grado de hablar alto y claro que el momento requería.
Quizás últimamente no la consideramos de las mejores porque la película cómica y la película política casan de una manera extraña, a Chaplin no le importa detener la narración del drama judío para desarrollar a veces incluso dos largos gags (la bola del mundo y el barbero a ritmo de Brahms van seguidos en el montaje) o empezar con el largo gag de la I Guerra Mundial, todos brillantes pero dejan la sensación que existen no para la película sino para si mismos.
Descoloca no ya que la risa y el llanto se sucedan, es que se sucede la risa y la barbaridad ¿eso es malo o equivocado?, no pero es una mixtura algo desequilibrada. Sobre todo porque resulta una película larga para lo que cuenta, tan al servicio de su mensaje como de los números cómicos, que tienen muchísima gracia pero me parece integrados de forma poco natural en la historia.
Todo esto visto un poco en frío, tampoco me acaba de convencer el discurso (sí su contenido, por supuesto) pero ya digo que visto en frío porque la emoción que imprime el Chaplin director a la valentía de su obra es de primera, resulta irregular porque se la juega, está plenamente inserta en su tiempo y fuera de él, la vitalidad visual que tiene, cómo se mueve la cámara, la fuerza que tienen por separado esas dos películas que se pegan entre sí, eso, para alguien que practicaba por entonces tan poco el cine solo lo estaba haciendo Ford y el Welles que tenía que debutar.
Y qué bien aguanta el plano Paulette Godard, Roberto Benigni no tuvo tanta suerte con su musa y tuvo que congelar el plano final.
lunes, 4 de febrero de 2019
THE BATTLE OF SEXES (1928)
David Wark Griffith es el director de la época muda cuya filmografía he estado descubriendo en los últimos años con mayor deleite y dedicación. Suelo ser caótico y disperso con lo que elijo ver, cosa que no tengo intención de cambiar, pero con Griffith largo que aparece largo sobre el que me lanzo, hasta estar casi acabándomelos.
Y más cuando parece un lugar común que a partir de "Las dos huerfanitas" ya sin Lillian Gish su carrera se adentra en una decadencia que personalmente no acierto a ver, aún regada de un ramillete de películas a veces verdaderamente magníficas, muchas con su entrañable nueva musa Carol Dempster, aunque no tengan el marchamo mítico de obras como "Lirios rotos" ni la Dempster sea obviamente Lillian Gish.
Por tanto no se me podía pasar de largo la puesta a nuestra disposición de "The battle of sexes" (1928). No me ha parecido una de sus piezas mayúsculas de la década pero sin duda sin historia architópica está contada con una enorme gracilidad, sentido del detalle y soberbia dirección de un reparto que no ha pasado a la Historia, salvo el muy humanitario Jean Hersholt que ha dado su nombre a un Oscar en honor a labores benéficas.Un melodrama moralista que se ve bien y se pasa en dos suspiros.
Y más cuando parece un lugar común que a partir de "Las dos huerfanitas" ya sin Lillian Gish su carrera se adentra en una decadencia que personalmente no acierto a ver, aún regada de un ramillete de películas a veces verdaderamente magníficas, muchas con su entrañable nueva musa Carol Dempster, aunque no tengan el marchamo mítico de obras como "Lirios rotos" ni la Dempster sea obviamente Lillian Gish.
Por tanto no se me podía pasar de largo la puesta a nuestra disposición de "The battle of sexes" (1928). No me ha parecido una de sus piezas mayúsculas de la década pero sin duda sin historia architópica está contada con una enorme gracilidad, sentido del detalle y soberbia dirección de un reparto que no ha pasado a la Historia, salvo el muy humanitario Jean Hersholt que ha dado su nombre a un Oscar en honor a labores benéficas.Un melodrama moralista que se ve bien y se pasa en dos suspiros.
viernes, 1 de febrero de 2019
NOVELAS ENERO 2019
LOS TRES MOSQUETEROS:Tratado sobre la aventura, el amor (el sexo) mucho habría que hablar sobre cuál de las dos palabras va con paréntesis, la felicidad y la alegría de estar vivo. Publicada en 1844 primero por entregas y ese mismo año en un volumen, "Los tres mosqueteros" me ha parecido una de las novelas más increíblemente bellas y eufóricas que se han escrito jamás. Durante las tres semanas que me ha acompañado yo diría que la vida me ha ido mejor incluso.
INDIAN COUNTRY: Llegué a este libro por el cebo de leer "El hombre que mató a Liberty Valance", un relato maravilloso donde está toda la película de Ford (lo cual no le quita méritos a Ford). Espoleado por sus muchos admiradores seguí leyendo los otros diez relatos empezando por "La frontera en llamas" y me quedé. Cuando llevas unos cuantos el interés no es el mismo y algunos se me hacen repetitivos pero da igual. El volumen acaba en cresta y "Un hombre llamado caballo", cuya peli desconozco, es absolutamente extraordinario.
LA MADRE NATURALEZA: A pesar de no tener la categoría ni la estatura mítica de "Los pazos de Ulloa" una segunda parte más que interesante que desarrolla los amores de Perucho y Manuela, desconocedores de los lazos de sangre que los unen, niños en la primera parte, y los diez días en los que Manuela es pretendida por su tío Gabriel. La concentración del tiempo le da un carácter propio a la novela.
LA SONATA A KREUTZER: Leon lo vuelve a hacer. Otra novela espléndida, con un punto de vista crispado y lleno de desazón a lo "Memorias del subsuelo" (en algunas detecto algo de Dostoievski) otra exhibición de ser un maestro en el arte de la literatura finalmente culminada con una larga explicación de lo que quería decir con ella, explicación durante la cual simplemente quieres que el sufrimiento termine, quieres morir. No aprendo a dejar sus obras justo cuando acaba la historia y a saltarme los postfacios, también conocidos como palizas en un callejón oscuro. Tolstoi me parece un tipo insufrible al que jamás habría invitado a cenar. Uno de mis escritores favoritos, eso sí.
Etiquetas:
alejandro dumas,
curso 2018/2019,
dorothy johnson,
DOS SEMANAS EN OTRA CIUDAD,
emilia pardo bazan,
LECTURAS MENSUALES,
lev tolstoi
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