Hace unos treinta años, cuando uno era adolescente, era verdadera devoción lo que había en nuestro pueblo por Billy Wilder, cual Faulkner en Amanece que no es poco. Devoción además agitada por Fernando Trueba al recoger su Oscar por Belle epoque, en un gesto con el que no pocos nos sentíamos identificados. Con Billy Wilder algunos aprendimos, conviviendo alegremente con Ford, Hitchcock, Bergman, Hawks, Truffaut, Renoir, Kurosawa, Lang o Fellini, a amar desesperadamente el cine.
Luego es verdad que ha quedado un tanto aparcado o aislado o eclipsado, cuando uno comete el inevitable error de ponerse a leer demasiado y va configurando en su maltrecha mente un amago de ideal crítico afrancesado y hitchcockiano acerca de las formas "puramente visuales", acerca de un cine de puesta en escena donde la fiereza férrea del guion queda subordinada o incluso no hace falta que exista frente a las formas del director. Una suerte de religión monoteista donde el de la butaca y el megáfono adquiere la condición de única divinidad a adorar.
"El apartamento" es la quintaesencia del estilo de Wilder, un estilo sin estilo o sin el estilo que se supone que debería tener según los dogmas, o un estilo que nace del guion co-escrito con I.A.L Diamond. Sin embargo hay que dejar de leer y volver a ella para constatar algunas cosas.
Sobre una idea sugerida por una secuencia de "Breve encuentro" (el amigo que les deja el apartamento a Celia Johnson y Trevor Howard, ¿quién será?, se preguntan nuestros guionistas), construyen una verdadera radiografía, vamos, tan radiografía como la podríamos encontrar en un Godard, sobre los mecanismos salvajes de las burbujas capitalistas. Un mundo de intereses donde el valor de las personas sufre apreciaciones y depreciaciones brutales e irreales en función de los caprichos y satisfacciones de una cúpula minoritaria. A mi me parece una película plenamente vigente y que responde aún muy bien al funcionamiento de nuestra sociedad. A nadie le interesa el rendimiento en el trabajo del oficinista o ni mucho menos de las ascensorista. Cualquiera diría que Consolidated Life funciona sola y de hecho no necesitas a nadie competente, o ya te sacará la faena el compañero de Baxter, que lleva ahí mucho más tiempo que él.
Entonces ¿es buena por lo que dice?, no, en absoluto, no puede ni debería ser así, por lo que dice y por cómo lo dice porque hay sobre la base de un guion escrito con tiralineas hay una mirada sobre los personajes, que nace de la dirección de actores y hay un montaje de las secuencias que si bien puede ser cierto que arroja una película completamente cerrada también es cierto que sería absurdo no sustraerse a las emociones que provoca el mundo o jungla de reglas inmisericordes al que nos lleva.
"El apartamento" es una de las crónicas más despiadadas que pueden escribirse y rodarse sobre el poder del dinero y del sexo y sobre las relaciones de poder entre verdugos y víctimas, que no lo son tanto en tanto a que aspiran a roer su trozo de pastel. ¿Qué hacer?, la película tiene un final conocidísimo que puede entenderse como feliz o conformista acorde a los cánones de Hollywood pero también puede entenderse como una propuesta. ¿De qué sirve filmar radiografías negras para acabar diciendo que no hay salida?. Desde una película como "El apartamento" se nos sugiere que quizás no haya salida pero siempre podrá haber un tipo que se exponga a pinchar la burbuja, con consecuencias inciertas para él. No sabemos qué será de Baxter, si volverá a trabajar, cuándo, o si su compañera en la partida de cartas volverá a entrar en el círculo vicioso que se juega entre opresores y oprimidos. Pero lo dejamos en el último fotograma habiendo hecho lo único que la película puede proponer desde una mirada humanista, que no optimista.
Acerca de todos esos motivos por los cuales Wilder ha sido expulsado del Paraíso sigo sin poder aportar luz. No sé si es una película donde el guion de hierro, qe verdaderamente lo es, ahoga de verdad las ideas de puesta en escena o todas esas frases hechas que me han enseñado muchas cosas pero que al final ante una película como "El apartamento" nada significan, porque por años que pasen entras dentro de su historia, de sus personajes y no consigues ver absolutamente nada de su arquitectura cinematográfica. Uno se imagina que no se puede hacer algo así pegando planos al tuntún pero a estas alturas del año 2022 no se lo podría asegurar porque la sigo viendo tan embelesado, divertido y de verdad absolutamente conmovido como la he visto siempre, habiendo sido uno y muchos a lo largo de tantísimos años, aunque no se me ocurran nunca este tipo de películas cuando me piden una lista y acabe encumbrando a los apóstoles oficiales de la llamada "puesta en escena", como si fuera posible que aquí no la hubiera
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