lunes, 22 de julio de 2013

LAWRENCE DE ARABIA

No recordaba que el 10 de septiembre de 1991 se emitió la versión restaurada de "Lawrence de Arabia", no de una tacada como siempre recordaba, sino en dos partes, finalizando el día 11, a un día de cumplir yo catorce años. Recordaba haberla visto totalmente fascinado y maravillado, tanto como pereza me había dado volver a verla en los siguientes veinte años, básicamente porque cada vez vive uno más y la duración de las películas perdona menos. Entonces no leía ningún tipo de crítica ni sabía a duras penas quién era David Lean, entonces recientemente fallecido, ni tantos otros iconos de la dirección, a pesar de estar ya consumiendo clásicos de Hollywood  más por sus actores que por su director.

Tras algunas tentativas en los últimos años, poco capaz y poco predispuesto a recuperar la mirada de esas dos noches, por fin he tenido esa noche inspirada de aire acondicionado, oscuridad, bebida y silencio en que las imágenes de esta película de David Lean han vuelto a desfilar majestuosas por mi pantalla.

"Lawrence de Arabia" es la película del desierto por excelencia. Un escenario dramático aprovechado con la misma poesía con la que se aprovecha el espacio en "2001", el mar en "Los 400 golpes" o el aire en "Ángeles sin brillo" (y viva lo peregrino de los ejemplos).

La inmensidad del desierto decide el ritmo de montaje de las secuencias, de su extraña e inclasificable emoción, y la inmensidad del desierto las protagoniza.

Peter O'Toole se apropia de la figura de Lawrence, al que la película describe como un sádico, quizás masoquista, de tendencia homofílicas, en afortunadas vetas de guión que le dan un toque de lírica un poco macarra (ese Jose Ferrer relamiéndose, esas miraditas O'Toole-Sharif con su "le quiero, le temo"), pero que la alejan al punto justo para no convertirla en un muermo de estrategias militares, que funcionan en su punto justo...¡ah, Aqaba!...

Una inmensamente disfrutable épica pausada de 217 minutos que combina excelentemente todos sus ingredientes y que precisamente por lo imponente de su espacio sugiere un siguiente paso, de aquí a dos, cinco u otros veinte años esto requiere una conveniente pantalla de cine.  










2 comentarios:

  1. Llevaba tiempo con ganas de verla y ayer vd. me dio el impulso final. Gozosa, como si fuera la primera vez.

    Roy

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  2. Qué bien, me alegra dar esos impulsos desde este rincón.

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