lunes, 19 de mayo de 2014

WELCOME TO NEW YORK

Hay que celebrar que el día de su presentación en Cannes, a las diez de la noche hora española, se distribuyera en varios paises esta película desde las plataformas digitales (VOD). Los motivos no son claros en este caso ¿la controversia política realmente?, pero las nuevas tecnologías tarde o temprano van a tener que cambiar las insoportables inercias, y quién sabe si llegará el día en que las veamos tras la rueda de prensa del festival todas las películas.

Estaba un poco desconectado de lo que hacía en los últimos años Abel Ferrara, al que hace veinte se le distribuía por estos lares con mayor asiduidad. Antes de su visión de Pasolini, se ha embarcado en una visión del affaire Strauss-Kahn, aunque los nombres estén cambiados.

Hay una primera parte sobre los excesos del personaje, como si fuera su Saló del FMI, a veces involuntariamente cómica (debido al desatado Gerard Depardieu). Una parte un tanto reiterativa pero útil para describir ese vacío del exceso.

Me parece que la película nunca llega a volar suficientemente alto debido a las limitaciones en el interés que siento por el personaje, pero sí que ofrece un segundo y tercer segmentos aún mejores, el juicio y finalmente la crisis con la esposa, unas secuencias donde los secretos de un matrimonio de Bergman pasan la noche en el callejón del Gato.

De la opulencia psicópata de los tiranos de la economía hasta su desoladora prisión de si mismos. No es que Ferrara acentúe o parezca interesarle un juicio sobre el personaje, es uno mismo el que juzga sin dificultad ante tanta alienación o ausencia mental que habrá quien proclame autoafirmación de libertad, no te aprisiona para decidir y a veces parece situarse un poco involuntariamente en el extraño territorio de "La condena" de Bellochio, con tanta testosterona por fotograma al cuadrado.. Mucha sal gruesa, muy bien retratada (me encanta la secuencia en la que Jacqueline Bisset se tiende en la penumbra del campo de batalla de su marido, me gusta la frialdad de los espacios), pero sal gruesa al fin y al cabo con ese molesto por escaso poder de convicción o conmoción. Usando una narrativa completamente distinta, de la noche al día, tiene mucho que ver con "El lobo de Wall Street" en cuanto a su fuelle y lo pronto que se consume o lo demasiado que da vueltas sobre si mismo, aunque pasados los minutos Ferrara consigue dar vueltas sobre si mismo cada vez mejor.





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