martes, 30 de agosto de 2016

SITGES 2008



Con esta reseña aquí concluye la sección del blog "Egohemeroteca". Quedan muchos textos por rescatar pero de ahora en adelante el blog se centra en los juicios vivos del aquí y del ahora, que son los más sorprendentes. Se seguirán copiando los artículos que escribo en "Amanece Metrópolis" pero precisamente por eso, porque son del aquí y del ahora.


3 DE OCTUBRE DE 2008

En el cine Retiro de Sitges unos preciosos gatitos atigrados merodean

por el vestíbulo y uno de ellos consigue colarse en la mismísima sala
ante la desesperación de la trabajadora del festival, que parece verse
desbordada por los felinos, en una extraña y progresiva invasión de
tintes fantásticos.

Abro mi particular programa que sólo responde a mis apetencias (además
de a mis horarios) con "Close encounters of the third kind" de Steven
Spielberg, una de las obras más famosas de Steven Spielberg y para qué
vamos a engañarnos un notable peñazo en dvd que llamaba a
redescubrirla en cierta manera en pantalla grande para que si uno
vuelve al dvd lo pueda hacer desde otra dimensión de la percepción.

Y sorprende desde ciertos puntos de vista, sí.

Primero porque no estando de acuerdo con su algo simple loa a la fe
versus la ciencia para reparar vacíos existenciales que describe muy
bien, la expone esa tesis de forma poco común en estos días que
corremos, sin grandes discursos machacones. Son las acciones de los
personajes las que definen la tesis.

Segundo porque no se obsesiona con una progresión dramática
insaciable. Está muy bien estructurada en largas y a veces
contemplativas secuencias que muchas veces no hacen avanzar la acción
pero cuecen muy bien el ambiente para el clímax final y son en si
mismas piezas espléndidas que podrían funcionar perfectamente como
disfrute de celuloide independiente.

Tercero porque no se enfanga, como también es común en estos días, en
largas explicaciones sobre el por qué de la llegada de los
marcianitos, quienes son ellos, a qué dedican el tiempo libre y para
qué quieren a los "elegidos". Que quede todo explicado no es por
fuerza la mejor opción en cine, y si se me apura en demasiados casos
es la peor.

Cuarto y último, si se me permite tener el día nostálgico con el cine
comercial de los 70, porque el científico no lo protagoniza Mark
Whalberg, sino François Truffaut, un hombre que parece nacido para
estos papeles, quizás porque afrontó su profesión con el entusiasmo y
la vitalidad de un científico.

Su emocionantísima presencia es lo mejor de una sesión memorable, de
una película magnífica que el tiempo y el cine han engrandecido,
aunque no sienta en absoluto nada de lo que me cuenta sobre cómo
plantar cara al hastío de vivir.



4 de octubre de 2008


Cola tremenda, lleno en el auditorio Melià para ver la película de

Jennifer Lynch. Alguien nos cuenta en la espera que la película de la
mañana, del dire de Saw cre, ha sido suspendida por falta de seguridad
en los registros para evitar la piratería. Estos monjes contemporáneos
siguen dando palos de ciego.

La sala una verdadera preciosidad en la que no debería haber cobertura
telefónica señores de la prensa...tan maleducados como siempre (no se
me olvida, el único pase exclusivo para medios que he disfrutado en mi
vida habría hecho sonrojar a adolescentes palomiteros).

La película poca cosa. Bill Pullman y Julia Ormond son dos agentes del
FBI que llegan a un pequeño pueblo a investigar una matanza.

Apunta siempre la peli a la creación de un ambiente, de una tensión,
pero nunca le interesa desarrollar eso del todo, hacer crecer ese
nervio dramático que siempre se esboza. Al final sólo cuenta una
maniobra de guión zafia y muy vulgarzota que es lo único que quedará,
maniobra que a estas alturas del partido debería haber despertado
abucheos en la sala y no aplausos.

La peli no es en absoluto lynchiana (ni tiene por qué serlo) como se
ha publicitado, a menos que un misterio en la America profunda sea en
si mismo lynchiano. Jennifer Lynch no tiene demasiado talento creativo
(ni tiene por qué tenerlo), pero lo que sí que se echa verdaderamente
de menos en ella es la ambición de su padre, que gusta de explorar los
límites del medio cuando la hija se conforma con la capa más
superficial y más que vista de la imagen en movimiento.




6 de octubre de 2008


Me gusta mucho el terror que tiene más que ver con los demonios

interiores que con la creencia en lo sobrenatural. No hay nada más
sobrenatural que nosotros mismos. En consecuencia creo que el génerio
dio lo mejor de sí en los 60 y los 70, y que reapariciones como "Dark
water" me hacen batir palmas por esa tendencia y esa manera de
entender el cine y la vida.

En el fondo muchas películas de terror pueden entenderse como un
tratamiento variante o alternativo al dramático convencional, mucho
más imaginativo, a la hora de retratar la experiencia humana.

Fabrice Du Welz nos asegura desde el escenario que está convencido de
que muchos estamos allí por haber disfrutado de su opera prima
"Calvaire", no es mi caso, pero me la apunto porque me ha gustado su
segundo intento tras la cámara:"Vinyan".

Un matrimonio formado por Emmanuelle Beart y Rufus Sewell (dos guapos
de campanillas) pierden a su hijo pequeño en el famoso tsunami del
2004. Una noche, en una gala benéfica ella cree ver al niño en un
vídeo grabado en Birmania, por lo que ambos se embarcan en un
fantasmagórico viaje por la selva birmana.

La película puede tener mucho de "Apocalypse now" o "Aguirre" en ese
aspecto más fantasmal, pero lo que de verdad importa es que esa
travesía por la selva en busca del hijo muerto es una magnífica
elección simbólica para retratar en clave inquietante lo mismo que
Nanni Moretti retrataba en clave dramática convencional en "La
habitación del hijo", el descenso a los infiernos de una pareja en la
que dicen es quizás la experiencia emocional más dolorosa de cuantas
pueden vivirse. Intuición contra racionalidad, protección contra
culpa. Un viaje a las parcelas más secretas de la locura.

Sólo le reprocho al director algunos efectismos estúpidos con la
cámara, agravados por el absurdo y altísimo volumen de la sala del
festival, y le felicito sinceramente por este concienzudo trabajo de
soledad y fantasmas que esperemos que tenga estreno en nuestras
pantallas for your consideration.




11 de octubre de 2008



"Ponyo" es la última película de Hayao Miyazaki. Lo mejor que se puede
decir de ella es que puede conectar de maravilla con un público de
entre 0 y 99 años que no tiene que hacer sobreesfuerzos ni
concesiones, aunque tampoco o difícilmente gustará si se va un poquito
en plan "soy duro y a mi no me pillan". Es una película muy
sentimental, con una narración enérgica que apenas decae, una banda
sonora magnífica y un enorme optimismo puesto en los seres humanos y
en esencia en "ser humano". 
La animación es una delicia, artesanal con unos fondos a los que hacen
parecer decorados. Supongo que si se está saturado de la perfección
Pixar es difícil no encontrarle un encanto romántico y nostálgico a
"Ponyo".

"King Kong" de 1933. Es el gran icono de Sitges y una película con
mucho más humor y mucha más violencia de lo que yo recordaba. A mitad
de metraje sigue siendo un poco petardo el interminable desfile de
bichos prehistóricos (el mismito defecto que en la de Peter Jackson),
pero conserva el romanticismo carnal y la mítica de siempre. 

Viendo ya para rematar "El cant dels ocells" de Albert Serra, el de
"Honor de cavallería", parece que estemos en otro festival, más
Cannes. El público ya no ovaciona el spot-cómplice con que la
organización despide el certamen estos últimos días. Mark Peranson,
actor de la peli y crítico de renombre en el mundillo, presenta la
sesión con cara de efectivamente acabar de aterrizar desde Vancouver,
sesión que terminará con un making off suyo de la película
protagonista. 
Los tres reyes magos deambulan en busca del niño Jesús por
localizaciones de Canarias e Islandia. Nos aseguran que tenemos que
disfrutarla como si miráramos retablos medievales. Lo entiendo. El
precioso blanco y negro regala muchos y gozosos momentos de placer
puntuales durante la película, tantos como de mortal aburrimiento y
exasperación. Los toques de humor no están nada mal. 
Es una película apreciable que entusiasmará a los buscadores de formas
visuales menos esclavas de la literatura y provocará siestas y odios
viscerales en el resto del público. A mi no me entusiasma, pero creo
que entiendo de qué va, su acercamiento a la pintura, entiendo su
distorsión del tiempo cinematográfico convencional y de la narración,
y entiendo que consigue bien en líneas generales lo que quiere, aunque
inevitablemente me venga a la cabeza la admiración envidiosa de
Lisandro Alonso (otro director de narración deambulante) por "Nueve
reinas". ¿Se investigan nuevas formas realmente?, ¿no es a veces un
poco coartada para ocultar capacidad y conocimiento de las antiguas?,
parece legítimo hacerse a veces esas preguntas. 
Al acabar  sale al escenario, del penoso cine Prado, Albert Serra, que
durante la proyección iba viajando a Sitges desde su Banyoles.
Lamentable que no presentara él mismo la película. Además
probablemente es el estreno en Catalunya de lo último del director más
internacional de estas tierras y el festival se lo lleva a esa sede
tan mediocre. Yo me largo, tengo hambre y cada vez me interesan menos
los making off, los directores y las declaraciones que más o menos,
mejor o peor explicadas, ya me sé. Al final quedan las películas y la
necesidad de que hablen por si solas. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario