jueves, 15 de marzo de 2018

ROMÉO ET JULIETTE de Charles Gounod

La foto de portada actual del blog la obtuve en el intermedio de esta función. Inconfundible mi mal manejo del móvil y mi pésima gestión de esos destellos de luz.

Tarde lluviosa de Liceu. Nos anuncian que Saimir Pirgu tiene una grave bronquitis y que podría toser durante al representación, una manera como cualquier otra de mantener la atención sobre una actuación, dos toses le cuento.

Se estrena el 27 de abril de 1867 en París, ocho años después de la celebérrima "Fausto", y la hemos visto en un montaje de Stephen Lawless, coproducido entre Liceu y Santa Fe Opera, ambientado en la Guerra de Secesión americana aunque en el libreto no se haga ninguna mención a la época, que es la época en la que se estrena la ópera. Un decorado formado por lápidas, entendemos que de fallecidos en el conflicto.

Los tres primeros actos poseen la colorista música de Gounod y los dos finales su arte para el crescendo dramático, en la línea del "aria de las joyas" faustina. El aria del bebedizo de Julieta (Dieu! Quel frisson court dans les veines!) me ha parecido aún más emocionante que la conocida "Je veux vivre" del primer acto.

Iba a ver a Aida Garifullina pero ésta decidió tiempo después de poner las entradas a la venta, muy legítimamente, reducir su jornada. Estas casuísticas, muy habituales en el mundo de la ópera, lugar donde parece absurdo elegir función por un cantante, nos han llevado hasta Katerina Tretyakova, que ha sido dueña y señora de la función, sobre todo tras el descanso y siendo además la triunfadora ha arrastrado en los aplausos finales a un Pirgu que no quería saludar, sabiéndose justito de fuerzas.

Al igual que hice con "Fausto" pongo la música del ballet, que llevaban habitualmente las óperas francesas y que hoy en día nos suelen llegar sin él. Una estupidez, a nadie le hubiese molestado pasar 20 minutos más en el teatro y Pirgu podría haber tenido más tiempo para aspirar el ventolín.





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