Que un personaje caiga en una ratonera y no pueda salir de ella es verdaderamente terrorífico pero lo es aún más que un personaje caiga en una ratonera y pueda salir varias veces para volver a ella por su propio pie, incluso cuando paseando por los decorados de "La heredera" parece tener una posible salvación, como hace William Holden en esta película.
Wilder filmó una verdadera noche de los muertos vivientes, una película cruel y sarcástica sobre el amor al cine y el amor a lo que fue, absorbente y totalitario, y sobre el fetichismo cinematográfico en su vertiente más mitómana y necrófila, un comentario agudo que puede considerarse de plena vigencia.
Me gustan mucho los personajes que se interpretan a si mismos, no porque de verdad fueran o hayan sido así, sino porque sirven a ese propósito de film de zombies con una gracia envidiable (Swanson, DeMille, Keaton, Von Stroheim...Hedda Hopper...a los otros invitados de la partida, Ana Q.Nilsson y H.B Warner siento no identificarlos y no captar la segura grandeza que hay en su presencia, cuya petrificación es igualmente majestuosa).
Y hay que detenerse finalmente en Wilder, que pasó de ser Dios sin matices para la crítica a un director esclavo del guion, y películas como ésta, que expresan tanto o más por sus imágenes que por el ingenio de sus diálogos pueden servir para darle un lugar mucho más justo en el Cine. Aunque al acabar solo puede pensar uno ¿a quién puede importarle el lugar en el Cine de una sombra del pasado como Wilder?, toda crítica o comentario cinematográfico está en el fondo empapada de la misma retórica de una espectral Norma Desmond cualquiera. No somos tan diferentes.
Cuando la pasaron por la tele el año pasado volví a verla, y escribí unos rápidos comentarios en Twitter que te comparto, por ahorrarme el tiempo de volverlo a escribir: https://twitter.com/3186Ricardo/status/1275559582316756992?s=20
ResponderEliminarMuy bueno lo del pacto.
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