Llegó, fue vista y venció en Cannes entre la crítica "joven", en un 2006 que concedió una Palma escasamente aplaudida a Loach. No resulta fácil decir algo sobre ella porque de pocas películas se ha escrito tantísimo en el lapso de cinco años. Sus puentes tendidos entre John Ford, Yasujiro Ozu, Straub-Huillet, y el cine digital del futuro son el encanto y baza de esta película larga de dos horas y media, serena y triste, marcada inevitablemente por la impactante presencia del actor/personaje Ventura deambulando por el paisaje en planos fijos del barrio de Fontainhas, mítico en el cine de la década, un actor por el que se habrían pegado con razón los directores de "La ruta del tabaco" y "Primavera tardía".
La figura de Ventura está por encima incluso de la de Pedro Costa. Hay que tener en cuenta que Ventura no es una creación de Costa, que escuchó, respetó y dio cancha a lo que él tenía que decir, a sus recuerdos y a su mirada al mundo.
ResponderEliminarEl futuro lo dirá, pero yo creo que Costa es un muy buen director que creó este film maravilloso y que quizá no volverá a acercarse (hasta ahora no lo ha hecho y sólo se quedó alto cuando miró a los Straub con parecido espíritu) a este nivel nunca más.
Lo de Ventura es algo para lo que no hay palabras, lo digo en serio que Ford o ozu hubiesen sido felices con una presencia así en su cine.
ResponderEliminarSí, para el nº 2 de Transit me salió algo en esa línea; puedes verlo en:
ResponderEliminarhttp://cinentransit.com/text/jess-corts/john-ford-en-la-cabeza/22
¡Fabuloso!, yo incluso había pensando en ese mundo de "La ruta del tabaco" o incluso más allá de Ford en "God's little acre", que tanto le gustan al amigo Roy Bean, donde lo folk, lo particular de una geografía, especialmente la de clases más castigadas, alcanza una emoción universal.
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