El cine del gran Jacques Demy va inevitablemente unido al cine musical. Precisamente por eso urge más descubrir qué hizo fuera del género. Esta película cuenta una historia de amor entre jugadores, entre el joven Jean y la vividora Jackie. La adicción al juego para evitar la normalidad, la vida sin riesgos y sin emociones. Los sentimientos y las expectativas de los dos en la relación son muy diferentes.
El motivo de la ludopatía resulta un tanto soso, a veces uno preferiría ver esa historia de vacíos y asimetría desarrollada en cualquier otro contexto, pero la historia en si misma funciona magníficamente. Mejor en exteriores que en los opresivos y soporíferos casinos. ¿Tienen futuro Jean y Jackie?, no lo podemos saber, pero en todo caso lamentaríamos que se alejaran de la hermosa y luminosa bahía de los ángeles en blanco y negro, que tan bien sienta al rubio de Jeanne Moreau y a los acordes melodramáticos del tema de Michel Legrand.
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