El inquisidor que todos llevamos dentro
En el capítulo 22 de la segunda temporada de "Los Simpson" Marge emprende una cruzada contra la violencia en los dibujos animados que acaba resultando muy exitosa. La violencia cesa y todo vuelve a la normalidad hasta que Marge es requerida para una nueva cruzada, esta vez contra el David de Miguel Ángel y la impudicia con la que la estatua muestra su "cosa". Marge acaba horrorizada y avergonzada de su primera cruzada y se niega a participar en la segunda.(La realidad supera a la ficción)
Yo creo que he seguido un camino inverso al de Marge. Siempre he defendido a capa y espada la libertad del Arte para crear, usando otros puntos de vista y deformando y distanciándose de la realidad. No es que el Arte no tenga moral sino que su moralidad no la conforma su punto de vista adoptado ni se puede obviar la manera de deformar que utiliza cada obra.
Por eso mismo no di crédito a que un melodrama tan excelso como "Hable con ella" pudiese ser considerado una "apología de la violación" (obviando lo que es un melodrama), que un film tan aburrido pero tan claramente de horror como "A serbian film" pudiese acabar en los juzgados españoles (y eso que en Austin, Texas no tuvo ningún problema) o que eternamente se cuestione una obra maestra de la literatura como "Lolita" como si fuera una apología de la pedofilia (obviando que el punto de vista adoptado en ningún momento se identifica con el del escritor).
A pesar de esos antecedentes de amor por la libertad del Arte confieso que leí escandalizado los fragmentos del libro infantil "75 maneras de sobrevivir en el colegio" de María Frisa. Como padre y educador interesado y preocupado por temas como el bullyng o la perspectiva de género y los problemas de sexismo en la adolescencia me sentí imbuido del mismo aire cruzado y ardor guerrero de Marge, no preocupándome en absoluto y guardando un cómplice silencio ante la posibilidad de que Alfaguara retirara el libro (una petición que lleva la escalofriante cifra de 30.000 firmas).
Volver a donde siempre se ha estado
Como me precio de saber cambiar de opinión, hoy mismo, leyendo en twitter artículos a favor de la escritora (una poderosa arma de información compartida más plural y más abierta que facebook, en la que los contrarios se siguen mútuamente, al contrario que en la red de Zuckerberg donde reinan los coros de aplaudidores) me ha remordido la conciencia por no estar esta vez donde siempre he estado y no he podido menos que leer el libro primero, algo que muchos de los cruzados aseguran sin rubor que no han hecho o cuando aseguran que lo han hecho despiertan dudas ante lo demoledor que resulta sí leerlo realmente.
"75 maneras de sobrevivir en el colegio" es una novela muy amena escrita con un irresistible sentido del humor y un tono claramente irónico que adopta clara, rotundamente y sin lugar a confusiones de ningún tipo el punto de vista de Sara, una niña de 12 años, al igual que Nabokov adoptaba el punto de vista de Humbert.
No hay nada que lleve a pensar ni por un momento que la autora comparte o promueve ni uno solo de los puntos de vista de Sara, que además no sólo son bastante realistas para tratarse de un adolescente sino que están regulados por la importancia que un adolescente le da a las reglas y a los códigos de su grupo.
Es muy improbable que ningún adolescente descubra nada leyendo esta novela, que se vea pervertido ni arrastrado por nada, porque es muy probable que mucho de lo aquí escrito sea lo que ve, escucha y vive en su sexto de primaria.
¿Para qué prohibirlo entonces?, ¿cuál era la alternativa de la escritora?. En primer lugar los potenciales lectores distinguen perfectamente entre lo que es el punto de vista narrativo y lo que son las enseñanzas de una autora. Entienden que está contado desde la mirada de Sara. Y si no lo entendieran ése sería el verdadero problema. Habría que enseñarles.
¿Qué vamos a hacer?, ¿prohibir todas las obras que no tengan un punto de vista edificante y ejemplarizante?, ésa es la clave de todas las cruzadas, pretender que el arte sea moralizante y ejemplarizante, que los autores subrayen con fosforito cómo debe ser el comportamiento de los ciudadanos, o mejor dicho de los súbditos, porque un arte así sólo se da en sociedades totalitarias. La labor del Arte en una sociedad libre nunca es o nunca debería ser ejemplarizar de forma explícita cuál debe ser el comportamiento del lector.
Que los adolescentes son desobedientes, que no atienden en clase, que se tratan mal entre ellos y que sus relaciones son preocupantemente sexistas es una realidad, pero eso no es culpa de María Frisa. Sería ridículo que planteara una obra de adoctrinamiento totalitaria sobre cómo deben ser las relaciones entre chicos y chicas en la sociedad del siglo XXI o cómo debe ser el orden social en un centro escolar o en la familia.
A la protagonista le gusta dibujas chibis |
En absoluto. Nunca he aprobado un arte sin moral por más que no me preocupe que sea moralizante. "75 maneras de sobrevivir en el colegio" muestra (queriendo o sin querer) a unos adolescentes con unos códigos propios sobre los que la explícita moralización de padres y educadores poco puede incidir. Y muestra a una protagonista tan presa de esos códigos como llena de nobleza a pesar de todo que se juega su prestigio social cuando la situación lo requiere. Ellos son así. Llenos de cosas buenas y cosas no tan buenas.
Lo irónico es que los cruzados pretendían que María Frisa hiciera lo que padres y educadores hacen en esta novela, pretender que los comportamientos cambien a base de discursos moralizantes, y se demuestra una y otra vez que no somos capaces de cambiarlos así.
La polémica ha sido verdaderamente lamentable porque ha eclipsado las muchas y buenas preguntas que la obra podría despertar sobre cómo entender e incidir mejor sobre lo que pasa a esa edad y en ese grupo. Los adolescentes están satanizados por los medios de comunicación, no entendemos nada, difícilmente podemos cambiar nada en su pequeño mundo y esperamos que ellos (o los escritores escribiendo novelas) sean capaces de cambiar desde sus inseguridades y su desconcierto las contradicciones y las zonas grises de nuestra sociedad y de nuestro mundo.
Yo le agradezco a María Frisa el buen rato que he pasado, las sonrisas que me ha despertado y las muchas preguntas que me he hecho como padre y como educador. Ánimos desde este modestísimo rincón porque si algo tienen los cruzados, los inquisidores y los autos de fe es su capacidad para hacerlo pasar mal con la virulencia sin límites de su lenguaje y su terrorífica cerrazón sin fisuras. La incapacidad de dudar es los que los distingue.
Les recomiendo absolutamente la lectura de esta deliciosa obra.
Pues me quedo más tranquilo, porque al leer los extractos de dicha novela, me había quedado helado, como tu al principio, sobre todo porque tengo hijos que se acercan a esa edad que me aterroriza.
ResponderEliminarNi este ni ningún otro libro similar les va a descubrir nada. Tocará sufrir, rebotarse, pasarlas canutas, ponerse firmes muchas veces y acompañar otras. Les ha tocado a otros, te tocará a ti y en unos pocos años me tocará a mí. Han sobrevivido todos y sobreviviremos todos, compañero, jeje. Como mínimo yo el año que viene los contemplaré a los 25 acordándome de muchas de las cosas de este libro.Un saludo
ResponderEliminarSe me ocurre a partir del comentario (el libro no lo he leído, y ni siquiera había oído hablar de él) que nos convertimos en inquisidores o integristas en materia cultural cuando somos incapaces de comprender la ironía –que, en este caso, según deduzco, se asocia a la aparición en el título de las palabras "consejos" y "manual".
ResponderEliminarSin caer en el moralismo (hay que leer primeramente por placer), creo que a veces los libros pueden enseñarnos algo: en la medida en que nos permiten salir de nosotros mismos, ver el mundo a través de una mirada ajena, comprobar que nuestros umbrales sagrados (esos que defendemos con todo el peso de la seriedad más estricta) no coinciden con los de otras personas.
Un saludo
Ahí entra en juego esta distinción que hago, se puede tener moral sin ser por fuerza moralizante. Ése salir de nuestra mirada y verlo a través de otra mirada es la clave de este libro, que como todos los de su tipo puede tener un interés limitado o nulo para el lector adulto pero no merecía esta cruzada.
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