miércoles, 27 de julio de 2016
LAS CAMPANAS DE SANTA MARÍA+LA MUJER EN LA LUNA
LAS CAMPANAS DE SANTA MARÍA: Hará más de 25 años que acogí con fría indiferencia "Siguiendo mi camino" y algo menos que me resultó extraña la narrativa de "An affair to remember", extrañamente más lenta y morosa que su deslumbrante original "Love affair". Ahora estoy en un punto de sensibilidad ideal y de poros abiertos para entender cómo McCarey desprecia los tres actos y la necesidad de que un nudo prolongue un planteamiento y anticipe un desenlace. "Las campanas de Santa María" no parece interesada por explicar ninguna historia en particular, esboza ideas sobre la bondad, la fe (y un curioso progresismo muy actual cuestionando el sistema de calificaciones), pero nada de todo ello la convierte en una obra maestra. Cómo cuenta y describe sus cuadros, cómo se toma su tiempo, cómo mira a los personajes como si tuviera mucho más de dos horas para entenderlos, y cómo su puesta en escena sedimenta en unos últimos minutos de conmovedora traca, eso sí que la convierte en una obra maestra. Cuando no te interesan los curas cantarines ni las monjas, ni los internados, ni gran cosa de sus ropajes, a pesar de que sí puedes conectar con el entusiasmo de sus protagonistas, cuando consigues notar la textura absolutamente avanzada a su tiempo que usaba McCarey, cuando ves cuántas posibilidades del cine apura y con cuántas triunfa, es que has empezado a entender algo sobre el sublime arte de las películas, del cual esta descomunal obra maestra es una de sus más honrosas y hermosas representantes.
LA MUJER EN LA LUNA: El 8 de Julio de 2010 escribí unas duras palabras acerca de "Spione", más o menos merecidas pero carentes de la triste diplomacia que he ganado con el tiempo:
"Una de las mejores películas de Fritz Lang, quizás su gran obra muda y una de las películas más vibrantes y entretenidas de la historia del cine. Cuando la intelectualidad que valora los temas y las lecturas antes que los elementos visuales y cinéticos quite sus zarpas de la obra de uno de los mayores artistas del siglo XX, relucirá esta obra maestra absoluta que dinamita por si sola todas las polémicas entre las etapas de Lang, es muy superior a otras obras suyas excesivamente totemizadas, y supone un orgiástico festín, una exhibición arrolladora de recursos y poderío cinematográfico, cien años adelantado a nuestros días, recomendable para todo amante de las imágenes en movimiento. Su materia prima es una novelita de espionaje y eso la ha condenado con inmerecida dureza."
El pasado verano vi el Mabuse mudo y éste hubiese vuelto gustoso a "Spione" pero mejor acabar de descubrir lo que a uno le queda. Lang es un director que ha padecido pendulares valoraciones de sus etapas, que demuestran que el ejercicio de la crítica de cine nunca ha atravesado momentos de excesiva lucidez. De pasar a considerarse que se "había vendido a la Coca-Cola" tras "Furia" se llegó a considerar sus obras alemanas un plomazo sin paliativos. Hoy por fin es ni tanto ni tan calvo, y el díptico de "La tumba india", entre otros felices desenlaces va alcanzando el reconocimiento que merece.
Podría haber visto "Spione", podría volver a ver "Los nibelungos", que por fin tengo en copia de metraje largo y digno, podría volver a ver "Metrópolis" (que siempre me pareció excesivamente totemizada), o "Las tres luces" o "Las arañas", esa gloriosa previa a Indiana Jones. Las mudas de Fritz Lang, con el reconcoimiento intacto a su etapa americana, nunca cansan.
Puede que "La mujer en la luna" no sea la mejor, pero es absolutamente encantadora. Partiendo de una novela de Thea Von Harbou que debo leer, tiene una larga primera parte, puramente "mabusiana" en la que se plantea el problema como un serial con robos, triángulos, traiciones y fidelidades...Para los impacientes decir que tarda 115 minutos en llegar a la Luna, que Lang se rodeó de un importante equipo técnico que acabó trabajando en la carrera espacial de alemanes y americanos, que Lang inventó la cuenta atrás. Que Gerda Maurus está tan bien como lo estaba Briggite Helm. Que es la segunda y última película de la Fritz Lang Gesellschaft, tras "Spione", ambas distribuidas por UFA. Y que se pueden decir mil cosas de su ritmo y de su metraje, pero acaba resultando encantadora, romántica, poética, fatalista, con la misma fe infinita en ella misma que el niño Gustav en sus tebeos del espacio..
Que por ponerse audaces, traviesos e ir un poco más allá, y por no minusvalorar el trabajo de la Von Harbou, quién sabe si está contando su triángulo con Rudolf Klein-Rogge y el propio Lang (por favor que no me lo desmienta ningún estudioso). Y que tras ella y ante ella hay mil historias de una de las épocas y uno de los directores más apasionantes de la historia del cine. ¡Viva Lang!
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