7 de marzo de 2004
Aún recuerdo como hace unos siete años, algún
candoroso y eminente cinéfilo me expresó su
satisfacción por "Jackie Brown", un Tarantino de carne
y hueso, opuesto al estilo más característico del
aborrecido Satán de Texas, que a mí me suele gustar
mucho.
La verdad es que entonces, yo, encantado de la vida
con "Pulp Fiction", intentando defender la película
PalmDorada ante sus legiones de detractores, me quedé
algo frío con esa buena película, que no respondía, al
menos no en todo su esplendor, al Tarantino desatado y
ambicioso que yo esperaba.
También pienso que este hombre se dejó en "Pulp
Fiction" casi todo el máximo potencial efectivo del
que le creo capaz. El potencial abstracto lo conserva
intacto:tener sus ideas claras, no esperar
unanimidades en vano, enfrentar de manera furibunda a
la comunidad cinéfila (no hay más que ver la
tronchante e hiriente presentación que hizo el Gasset
el otro día,luego contestado por su amedrentado
redactor),resucitar un debate sobre la violencia en el
cine que creo que en sus películas es absurdo por lo
tebeístico de la misma, y lo más apreciable sin
duda:plantear cada una de sus escasas obras como
personalísimos y entusiastas juegos, que le divierten
a él antes que a nadie, eso siempre cunde al final y
al fin y al cabo ése ha sido siempre el carácter de
los más reverenciados auteurs.
Claro que en Tarantino lo personal no responde a una
determinada manera de ver el mundo, sino de ver las
películas (y no es difícil imaginar qué gusto tiene el
hombre, de hecho lo sabemos), pero precisamente por
eso, como bien se apuntaba en Fotogramas de este mes,
y más claro lo veo ahora que tengo muy reciente "Al
final de la escapada", Quentin no está tan lejos de
los planteamientos fílmicos de Godard, aunque a ambos
los separe un abismo en sus respectivas formaciones
culturales.
Es esa manera en que las propias influencias
determinan las películas realizadas lo que hace que la
distancia entre Tarantino y sus detractores puede ser
ya definitivamente insalvable. Uno puede ser un
orfebre con el material de deshecho, con la basura
para entendernos (siempre bajo el punto de vista de
los cinéfilos más convencionales), y el magistral
ejercicio de la orfebrería no conseguir salvar la
inconveniencia de un material equivocado o indeseable.
"Kill Bill, vol 1" agudizará el debate entorno a
Tarantino, si es que tres cuartas partes de sus
detractores no desisten del empeño definitivamente,
porque todo en esta película se radicaliza para mal de
esos detractores. Ya (casi) no hay diálogos elaborados
con esa coña tan chispeantemente macarra (aquí los
diálogos son terriblemente infantiles), ni hay guiños
verbales a la cultura de estos tiempos, ni si quiera
se sustenta la película en un formato de cine
gangsteril, mucho más asimilable para los aficcionados
más intelectuales, exigentes y críticos con la
vacuidad tarantínica...¡No!...,la peli es una de
karatecas, con formas de spaghetti-western, pasado por
el manga y mil cosas más que mi limitado conocimiento
impide descifrar...y además, y esto es lo más
reseñable para desrecomendar fulminantemente a según
qué paladares:la película es de una vacuidad de fondo
completa, por mucho que sus más acérrimos defensores
se empeñen en agarrarse al clavo ardiendo de la
venganza y lo profundísimo de dicho sentimiento, y
hasta citen a Cocteau!!!!...(cosa que haría partirse
al director seguramente)...
Si alguien piensa apostar por "Kill Bill, vol 1", no
es que tenga que dejarse el cerebro en casa, pero sí
ha de asumir que la película es estilo, estilo y
estilo, y nada más que estilo,...formas, formas y
formas...
Ni si quiera existe una columna vertebral, una linea
coherente entre sus escenas, hay todo un catálogo
caprichoso de formas, recursos, colores, sabores y
texturas...siempre sin salirnos de esos referentes de
cloaca (los prejuicios a veces no se pueden evitar) en
los que Quentin se mueve...Incluso alguien podría
pensar que algo es imaginativo, pero desengáñense,
seguro que lo ha sacado de alguna película...
Eso hace que sea muy difícil entrar en la película y
es su principal limitación sin duda. También es cierto
que la película va cogiendo aire y fuerza a medida que
avanza el metraje, y alcanza su cénit en su fabuloso
climax final de Tokyo, tan hiperbólico que uno empieza
a entender el juego de veras, porque al principio se
puede llegar a pensar fugazmente aquello de "Dios,
dónde me he metido". Está claro que el crescendo
también viene determinado por la estrategia comercial
de hay que intentar vender similar número de entradas
de cara a la segunda parte, algo que parece un timo de
la estampita, pero que dado el carácter de la
propuesta le viene mucho mejor la estructura de serial
de serie Z que chuparse tres horas y pico del tirón de
ésto (entonces sí que me da algo), y el que quiera que
pique, y el que no, no, claro...
Y no hay más cera que la que arde, en serio, ni muchas
vueltas que darle, sólo litros de sangre, katanazos a
mansalva, folletín de serie Z, una estupendísima Uma
Thurman, y el habitual entusiasmo palpable, amor por
la imagen, por sus posibilidades prácticas, y unas
conmovedoras y ejemplares ganas de hacer cine y gustar
al público que corresponda, en una película que me
costaría mucho decir que es estupenda por lo lejos que
estoy de sus nulísimos planteamientos argumentales y
porque sus señas de indetidad visuales no son
sentimentalmente las mías, aunque ello no quiera decir
que no tenga esas señas,y muy sólidas, por cierto:pero
es una peli en la que admiro muchas cosas, sobre todo
esa seductora convicción con la que está hecha, y eso
no es algo que de momento vea cada día en este 2004,
de momento no todo lo estimulante en lo
cinematográfico que cabría desear.
Siempre habrá alguien que diga simple y llanamente que
es una gilipollez indefendible, algo que los fans más
incondicionales deberían considerar lo más normal del
mundo, algo que a Tarantino le trae sin cuidado, y
algo que a mi me preocuparía que no pasara, pues no es
"Kill Bill, vol 1" el tipo de cultura que más necesita
ser defendida en este mercado tan depredador con las
propuestas más profundas y arriesgadas.
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