Por muy sobada que creas tener una película, nunca hay que descartar su novela original. Me lo he pasado endiabladamente bien leyendo "El desprecio" de Alberto Moravia, radiografía de la desintegración de un matrimonio con un tono analítico que no me ha hecho pensar nada en Godard.
Obra sensible, erótica, conmovedora, intelectualmente motivadora cuando habla de Odisea y del relato Antiguo, que al pie de la letra habrían filmado Rossellini y Antonioni, con unos pasajes finales de una poética belleza deslumbrante que de haberse filmado yo creo que solo estaban al alcance de Mizoguchi. Novelón gozoso como pocos.
Porque en parte "El desprecio", además de un "cuestionamiento de las instituciones burguesas", como muy afilada, atinada y correctamente señalan sus estudiosos, es un cuento de fantasmas donde un Orfeo se adentra en los infiernos a rescatar a una Euridice camino de su condenación fatal (y de la condenación fatal de su amor). Una obra trémula donde crisis matrimonial, pérdida, Muerte y Amor se confunden como metáforas, caminando entre el realismo psicológico y la fantasía alegórica.
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