jueves, 30 de diciembre de 2021

RIGOLETTO

 Tarde de gloria en el Liceu.Gloria con la salvedad de haber tenido que aceptar en el abono una tarde entre semana y lo temible que me resultaba eso.Pero finalmente no ha sido para tanto, y eso que me temía lo peor, dada la mala época en la que estamos y las noches en vela oyendo al pequeño toser "El ocaso de los dioses" enterita de madrugada. Y no, no solo milgarosamente he aguantado, sino que se me ha hecho hasta corta (he leído y releído el argumento para cerciorarme de no haberla dormido).

"Rigoletto" es espléndida, sobre la obra teatral "El rey se divierte" de Victor Hugo, con motivos reconocibles del escritor, algo rebajada para sortear los problemas de censura que había tenido en Francia 20 años antes.
Libreto de Francesco Maria Piave, una buena noticia su genio y una buena noticia siempre que no aparezca el pesado de Temistocle Solera, qué decisivos son los libretistas. Obra rápida, de enorme fuerza narrativa y poder dramático. Verdi veía con justicia y fundamento a Shakespeare en ella, en una época en la que estuvo trabajando en "El rey Lear".
El montaje de Monique Wagemakers,estrenado en Amsterdam en 1996, vigente como él solo, potencia muy bien los elementos más tenebrosos gracias al coro, al vestuario de la cinematográfica Sandy Powell, y a un plano que funciona como escenario, cuya inclinación, fragmentación y movimientos se adaptan perfectamente a escena, al contrario que una valquiria del MET de Robert Lepage con un ingenio similar que no servía en lo escénico absolutamente para nada.
En el reparto de esta tarde Saimir Pirgu era el duque de Mantua, reencontrado tras recordarle cantando un Romeo y Julieta bronquítico hace tres o cuatro años, Markus Brück ha sido para mi un inspirado Rigoletto, recogiendo esa esencia hugo shakesperiana de tan fascinante personaje, Aigul Khismatullina ha debutado esta misma tarde en el coliseo como Gilda (con notable entusiasmo), y Liang Li como el asesino Sparafucile y Nino Sirguladze como su exhuberante hermana Maddalena, cebo para incautos según la trama, ha sido la fatalista pareja que detona la "maledizione" de la obra.
Música al servicio de lo que cuenta incluso el más pegadizo fragmento "La donna e mobile", frívolo leitmotiv de un personaje que reaparece más tarde para narrar mejor un momento de verdadero horror. La doble vertiente de una música eterna por un lado más allá de su argumento y por otro el de su magistral uso.



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