miércoles, 3 de agosto de 2022

KING VIDOR (II)

 


"An american romance" (1944):Leo navegando por internet que a nadie le gusta excesivamente esta película, vaya por adelantado. A mi, partiendo de todo lo que la he pospuesto por la inmensa pereza que me daba la premisa argumental (inmigrante centroeuropeo analfabeto que llega a la isla de Ellis y acaba siendo un próspero magnate automovilístico gracias al sueño americano), no me queda más remedio que reconocer, atendiendo a cómo la he seguido y las ganas que me deja de llegar yo mismo a la isla de Ellis y nacionalizarme estadounidense, que hay que contar las cosas muy bien para levantar una película así.


Vidor, autor de la idea original, que seguramente significaba uno de sus proyectos más personales, que siempre se ha asociado temáticamente a "The crowd" y "Our daily bread", estaba muy enfadado porque duraba media hora más, aseguraba que quienes habían visto el corte decían que era una obra maestra, y Metro se la fastidió con la versión de media hora menos que hoy conocemos (nunca volvió a trabajar para la casa del león rugiente). Y es público que quería a Spencer Tracy y a Ingrid Bergman y no a los menos conocidos Brian Donlevy y Ann Richards, que en absoluto son mejores intérpretes pero a mi me cuadran más en el papel de un don nadie y una maestra de pueblo perdido que consiguen todo lo habido y por haber.La película tiene como media docena de momentos que me resultan tremendamente emocionantes y que no se topan con la ironía involuntaria de que sea el poder militar y destructor del país de adopción el que más rico haga a su anónimo protagonista, un señor con una capacidad de lucha y adaptación maravillosos salvo cuando le hablan de sindicatos.


"Más allá del bosque" (1949): Extrañísima película donde se toman desconcertantes decisiones de planificación que incluyen muchísimos travellings, picados y cambios de punto de vista donde siempre la cámara adopta un protagonismo que se merienda toda invisibilidad (hay una escena en la que cenan con Ruth Roman donde mientras ella habla hay un cambio muy brusco de ángulo hasta situarse justo detrás de Joseph Cotten). Esta verdadera muerte de la gramática clásica sustenta un melodrama enfermizo que tiene el recorrido que tiene y solo puede entenderse gracias a la composición de malvada de Bette Davis. Ella, Max Steiner y la ambición o capacidad de Vidor de situar la película en un territorio de lenguaje único, que seguramente acompasa muy bien la desazón del personaje, son la película entera.


"Esposa de guerra japonesa" (1952): Insólito relato sobre el racismo y los traumas de guerra del american way of life. Cuenta la historia de un soldado americano destinado en Corea que se enamora y se casa con una enfermera japonesa, llevándosela a vivir con su familia a su granja de los Estados Unidos, padre, madre, hermano y cuñada sumamente arpía y celosa. Sin discursos ni subrayados, basando la narración en gestos y hechos, es una película que más de setenta años después puede desprender un halo evidente en su denuncia o en su retrato pero si uno intenta situarse en 1952 es una película demoledora. Y olvidada y vista en una copia de tercera.

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