Durante un buen rato se observa a este catálogo de personajes perdidos, infantiles, hipócritas, egoistas. Se les observa con asombro por lo que hacen y dicen y con enorme expectativa por lo que harán de un momento a otro, es francamente divertido y asombroso. Pasado ese buen rato se empieza a pensar qué objeto tiene ese catálogo que en el ecuador de la película ya está funcionando por acumulación.El guión juega con el absurdo y lo surrealista, pero le falta dar un salto a una comedia abierta o a un drama más hiperbólico. Al final uno está tentado de pensar que el retrato sin piedad para ni un sólo ser del reparto de personajes está hecho simple y llanamente para impactar al espectador a cualquier precio. Impactar repetidas veces y a mayor gloria del vacío, el existencial de estos pobres seres que no merecen esa suerte ni ese vapuleo, y el cinematográfico.
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