A COUNTESS FROM HONG KONG
Revisando la filmografía de Chaplin como director he empezado por las obras ajenas a Charlot y su fama. A principio de mes me sorprendía con "A woman of Paris", y ahora era el momento para abordar ese pegote final, esa obra insignificante que según lo sobreescrito no parece ni de su filmografía.
Sin sentirme entusiasmado por ella, creo que quizás sea una película así la que puede estimular a seguir revisando a Chaplin director más allá del mito. Hacer un ejercicio de imaginación histórica e imaginar el final de la década de los 60 y al viejo Chaplin reapareciendo tras la cámara y tras el guión con esta comedia de los años 30 que ya habría filmado en los años 30 con Paulette Godard y con el título de la "La polizona".
La película se plantea muy rápidamente con una simplicidad y una eficacia sorprendentes. Me refiero a que es muy difícil plantear una comedia con una línea tan clara, centrándose tanto en un camarote y en un juego escénico de timbres y pijamas que seguramente habrían interesado a un Lubitsch de haber seguido trabajando a finales de los 60.
Quizás a Chaplin le cueste rellenar la película y las motivaciones de los personajes convincentemente, a mi no me gusta ni me divierte en demasía el creciente protagonismo del personaje de Patrick Cargill y su mayordomo casi charlotiano, por ejemplo, o una Tippi Hedren que tenía un mayor potencial, pero no me molesta tanto el concurso de la inesperada pareja Marlon Brando-Sophia Loren (ella no suele gustarme pero...).
Lo más atractivo es la vitalidad y el optimismo que desprende ese crucero en el que se cuela la imprevisible felicidad al futuro embajador de Arabia Saudita y frustrado secretario de Estado. Hay tantas ganas de vivir como de hacer cine, es una película bastante inquieta y bastante viva en sus encuadres sencillos y en sus escasos a la vista pero llamativos movimientos de cámara (precisamente por eso despierta el gusanillo por el ignorado Chaplin director, ¡Chaplin existe!), y aunque fueran más altas o más bajas, deja la misma sensación que "A woman of Paris", el deseo de haber podido disfrutar a un Chaplin más prolífico y más liberado de sus propias cadenas comerciales.
DAS MÄDCHEN VON MORHOF
Si con el final de Chaplin quizás se fue desmesuradamente cruel, o no era el final de los 60 país para viejos, con Sirk no es que se haya sido injusto. Los vaivenes de qué películas se ven y qué películas no, han hecho ignorar que Sirk empezó en Alemania, o se ha sobreentendido que no había allí nada de suficiente interés.
La película es un potente y poético drama rural acerca de los amoríos de un joven pueblerino a punto de casarse fascinado por una criada que arrastra mala fama por el hijo ilegítimo que tuvo con su anterior señor.
Drama en contra de hipocresías, con trigales moviéndose al viento y bellos encuadres del campo y sus doncellas (no sé si verían por entonces el trabajo de Dovzhenko), y rituales sociales mostrados con la sencillez y la magia con que los retomaría el Dreyer de "Dies irae" y "Ordet", contra la hipocresía de por medio también.
Es una hermosa obra, quizás no a la altura de la plenitud expresiva que alcanzaría en Universal en el Hollywood de los años 50, pero no es en modo alguno una obra iniciática o de aprendizaje. El talentazo que ya mostraba Sierck es un evidente manotazo en la cara.
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