Necesitaba ya como el beber una gran película contemporánea para retormar el pulso del cine en este septiembre arrasador en el que sólo han caído en mis manos, de forma dramáticamente accidental, otro Griffith, la excelente "Sally la hija del circo" (que confirma que Griffith es un tío peligroso que se merienda el sólo todo el cine y las ganas de ver otras películas de otros directores y otras épocas, quizás sólo Bresson causa un efecto parecido), y "Arraianos", un estreno español interesante pero que a mi modo de ver está concebido bajo el paraguas de ciertas modas estilísticas que aseguran, y así ha sido, un éxito de crítica que esconde una apuesta si bien alternativa bastante cómoda y agradecida. Sin verdadero riesgo.
Escribo estas palabras como absoluto neófito en la obra de Jean-Claude Brisseau hasta anoche mismo. Había entrevisto con alguna pereza alguna película suya, como había entrevisto desconcertado y sin entender nada de su sentido alguna de las costillas de sus guapas protagonistas, pero andaba a la expectativa de encontrar la puerta de entrada en su obra.
No es que Brisseau sea difícil en especial, en absoluto, pero sucede que con los directores puedes optar por dos caminos. O bien sigues su filmografía ordenadamente y vas trazando el itinerario y su verdadera comprensión, paciente y constantemente desde el principio, lo que requiere muchísimas energías que no siempre tienes. O bien olisqueas (y perdón por el verbo) cuál es la mejor puerta de entrada atendiendo a tu propia carrera como cinéfilo, a tus intereses y a tus gustos. Adaptas al director a ti. Se hacen muchos juicios destructivos y precipitados por despreciar el segundo método.
"La fille de nulle part" tiene a priori unos elementos fantasmagóricos que si bien no constituyen el gran epicentro del corazón de la obra, tampoco resultan elementos accesorios de los que habría que desprenderse. Le dan a la obra un cierto atractivo de entrada que la remiten a otras puertas de entrada que yo recomendaría, como "Historia de Marie y Julien" para Jacques Rivette y "La frontière de l'aube", que recomendaría sin lugar a dudas para quien quiera iniciarse con Philippe Garrel de forma más intuitiva y menos rigurosa.
"La fille de nulle part" utiliza esa fantasmagoría que tiene algo que ver con Rivette y con Garrel, que a su vez tenían algo del aliento del Hollywood fantástico de los 40 o de Hitchcock, o de la literatura del XIX, para trazar el relato de un hombre (incorporado de forma auténtica por el propio Brisseau) solitario y desvivido por la escritura, el cine y los recuerdos, que recupera un aliento de vida ante la aparición de una enigmática y atractiva muchacha.
La película es precisamente enigmática y atractiva. Mucho de su encanto es un misterio, me recuerda un poco también, por el uso del digital, a cómo ha manejado los fantasmas Raoul Ruiz en algunas de sus últimas películas, vistas en Sitges como se verá este Brisseau. Pero sobre todo la película transmite una vitalidad que conjunta el amor por las artes y el conocimiento con el amor por la propia vida, con la belleza y la intensidad sugerida de los recuerdos y de la experiencia. Su inclasificable romanticismo y su revitalizante presencia te impulsan como espectador. Es una película magnífica. Un análisis desde el conocimiento de la obra de Brisseau lo pueden leer aquí
Es su segunda obra "de vejez" después de "À l'aventure" y una de las más emotivas junto a "Les savates du bon dieu" y "Céline".
ResponderEliminarAdmás una nueva prueba, como varios Giulio Questi, de que con muy poco dinero y rodando en tu casa, con imaginación y pasión, puede hacerse algo magnífico, divertido o profundo.
Hay un pequeño detalle, nimio si se quiere, pero que no suele ser habitual en las películas, ver las estanterías de un tipo llenas de dvds, incluso distinguir los títulos.
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