En los cerca de tres años y medio de vida de este blog he visto bastantes película de Philippe Garrel y prácticamente no he comentado ninguna. Árdua tarea ante este titán. Ver "La jalousie" de 2013 tiene como experiencia muchos puntos en común con el visionado de la fenomenal "L'enfant secret" de 1982. Pero no estoy hablando de variaciones sobre el mismo tema a la manera de Yasujiro Ozu o Hong Sang Soo, ni estoy hablando de falta de evolución o parálisis. Hay algo bellamente inquebrantable en la voz de Garrel, pero yo, my friends, no sé lo que es.
No estoy hablando del ibex 35 y la cotización de Garrel, ni esto es una consultoría de recursos humanos ni un periódico deportivo. No sé si Garrel es mejor que Godard, peor que Pialat o qué relación guarda con los franceses en activo, ya sea Brisseau en un lado u Ozon en otro. No sé si Garrel salvará al cine, lo hundirá o qué pensarán de él Haneke y Lars Von Trier. Estoy hablando de cómo describir de forma certera qué es lo que tiene de tan emocionante "La jalousie". No lo sé.
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