sábado, 9 de julio de 2016

TANNHÄUSER

Asombrosa la obertura, quince minutos de una riqueza, un color y una intensidad dramática sin parangón.

Sensual y misterioso el primer acto, tras un ballet de ninfas y ninfos, Heinrich despierta abrazado en el Venusberg a la diosa, manifestándole su cansancio de tanto placer. Pobrecito.

Regresa al mundo real junto a su enamorada y virtuosa Elisabeth. Es difícil estar más enamorado que la sublime soprano Eva Maria Westbroek.

Duelo de arpas entre trovadores en el que Henrich revela lo que ha estado haciendo para infinito dolor de la doncella.

Peregrinar, represión, dolor, moral y resolución con un toque de manantial de la doncella de Bergman.

El amor profano y el amor divino. Obra maestra, inyección de placer mayestático. Montaje sublime el del MET visto el pasado octubre. Ganas y más ganas de Wagner. Pongo clip de 1982, aunque el montaje es de 2015.

A descubrir, qué partitura perfectamente imbricada con un libreto. Inseparables, indistinguibles.


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