Durante buena parte de su metraje esta película de Lubitsch desmiente que las oportunidades deben cogerse al vuelo y que luego nunca se sabe. Su atractivo a priori es ver colisionar a dos de las más grandes actrices de comedia que dieron los 30 y por extensión el cine: Claudette Colbert y Miriam Hopkins.
Luego compruebas que el atractivo no es tal porque las dos, aún rondando la treintena, tienen aspecto y manera de tiernas bachilleres y no han desarrollado el punch definitivo que les dio la década para el género.
Piensas inevitablemente que Lubitsch habría hecho maravillas con las dos en el mismo plano unos pocos años después, ya las tuvo, pero siempre por separado y ya hizo maravillas. Pero de alguna manera parece una pequeña oportunidad perdida antes de tiempo.
La infinita gracia pre-code de los productos Lubitsch para Paramount sigue allí intacta e impacta con toda su inocente pero muy divertida picardía.
Lo mejor de la película es que sus últimos cinco minutos suponen un documental sobre la creación y el florecimiento de Miriam Hopkins como la actriz que conoceríamos. Es emocionante, de verdad, es como ver calzarse las mallas por primera vez a nuestro superhéroe favorito y saber que después van a venir apasionantes capítulos llenos de aventuras. Esos cinco minutos finales justifican la película y le reservan un lugar para la Historia.
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