lunes, 31 de agosto de 2020

EL SIGNO DE LA CRUZ

  Si la van a ver no lean mucho pero les cuento:una vez que aparece en escena Claudette Colbert haciendo nada más y nada menos que de Popea pero sin cantar a Monteverdi, bañándose en leche (por eso la escena la confunden con Cleopatra) y tentando a lo visible a la que remueve en demasía el blanco líquido, nerviosa y excitada por el devenir del fornido prefecto romano con el que pretende ser "complacida", exigiendo información a Dacia para acabar invitándola a que se desnude y se bañe con ella y le cuente más cosas, nos es muy difícil el resto de la película sentirnos preocupados por el piadoso destino de los cristianos perseguidos, bondadosísimos y nobles ejemplares humanos.


Ya sucedía en "Rey de reyes", donde las escenas palaciegas tenían infinitamente más gracia que el consabido destino del Mesías, y creo recordar que sucede en "Los diez mandamientos", como mínimo en la versión del 56, la otra no la recuerdo mucho, y parece ser una característica del cine de DeMille, una conciencia clara de qué es cinematográfico y que no lo es para hacer ganar siempre a lo cinematográfico que es casi sinónimo de lo carnal.

Además en esta demente, delirante y maravillosa película no hay toma de conciencia de un esbirro del poder ante la situación de los oprimidos, prohíban un posible remake actual, sino que en las escenas palaciegas queda muy claro que el quid de la cuestión es la obsesión sexual de Frederic March por una cristiana de rostro "aniñado" y virtuosa, en contraposición a lo experimentadas que son Popea y otra amante del buen vivir llamada Ancaria. Vamos, que pierde la cabeza por una virgen, hastiado de la vida de excesos de una Roma incendiada comandada por un Nerón/Laughton plasmado con una versatilidad sexual cristalina.

Ni en la escena final parece Frederic March preocupado por la suerte de los oprimidos.

A mi sí me parece muy importante tomar conciencia de la situación de los oprimidos y no colaborar con el poder pero la grandeza del Cine es justamente ésa, salir por un rato de uno mismo, que uno mismo es un peñazo. Y esta película es una diversión gloriosa de una absoluta Grandeza.Cine en mayúsculas..



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