Ver ahora "Historias extraordinarias" (Mariano Llinás, 2008) trae, entre otros muchos atractivos, apreciar el camino realizado hasta "La flor". No de mejora o perfeccionamiento necesariamente pero sí de salmón saltador que cría fama por hacer la presunta película del siglo y no se echó a domir.
"Historias extraordinarias" es un corto de 245 minutos en comparación a "La flor" y quizás por eso puede parecer más compacta, sólida y mejor acabada que el a todas luces excesivo y genial dislate que vino una década después pero en esencia no es más o quedará al menos así en mi memoria como un lugar desde el que darse impulso para la constante búsqueda de una década que desembocó de golpe en esas 14 horas de cine. Las películas a veces no es que se mejoren, se suceden , se avanza y se crece con ellas y junto a ellas. Y aquí hay crecimiento.
Sin ese mundo eminentemente masculino que tiene su espejo posterior en uno eminentemente femenino, sin la virtuosa e inagotable voz en off de irresistible encanto novelesco, sin el tránsito de una narrativa de hierro a una de quizás mayor abstracción (donde importa tan poco lo que pasará que se anticipan los finales), sin esa para mi hermosísima historia de amor de Lola Gallo, también, situada aquí al final de la segunda parte (le basta quince minutos para certificar que Llinás es un poeta del amor de primera) "La flor" no existiría. Y tengamos fe en qué podríamos llegar a ver gracias a "La flor".
Parece que estoy minusvalorando algo "Historias extraordinarias" y no es así, desde luego, simplemente es el viaje de este narrador total de una película en dirección a la otra lo que de veras más me conmueve.
Un regalo del blog FELIZ NAVIDAD
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