Cualquiera que la vea sin créditos se la adjudicará a Becker o a Melville sin pestañear. Antes de ser nombrado ciudadano de honor griego, tras su paso por Londres para filmar la que seguramente era su mejor película por el momento, "Night and the city", sigue buscando el apátrida y perseguido Jules Dassin su identidad y se empata a si mismo. Y tras cinco años en el dique seco, cual Leonard Zelig se convierte en francés rodando "Du rififi chez les hommes". Estábamos acostumbrados a que los alemanes inventaran el mejor cine estadounidense pero no era tan común que señores de Connecticut hicieran una contribución como ésta al polar francés.Peli sublime que alberga un virtuoso bloque central, el atraco a una joyería en absoluto silencio, pero ni si quiera es una de esas escenas que esperas ansioso o que tras verla llegue el bajón. Está integrada de manera prodigiosa en una narración impoluta que antes y después mantiene un tono de excelencia absoluta. Como decían en Fotogramas "Para todos los amantes del Cine".
Totalmente de acuerdo: hay que recomendar esta película a todo el que sienta pereza ante la idea de un viejo "polar", o frente a la corrección académica de otras películas del director. Por cierto, y aunque no suena tan bien como en francés, el irónico título podría traducirse como "rifirrafe entre los hombres".
ResponderEliminarNo sé si alguien siente pereza ante un polar le gustará esto, que es casi la quintaesencia del polar, su capacidad de mímesis es ciertamente asombrosa, je.
ResponderEliminarComo decías, le gustará si le gusta el cine, más allá de géneros y quintaesencias; lo mismo que "El testamento del Dr. Mabuse" a alguien que no se sienta atraído a priori por el reclamo del "expresionismo alemán".
ResponderEliminarEso, es, por cierto, revisados los Mabuse sonoros hace poco ya no estoy nada seguro de preferir la del 33.Ya sé que no hay que elegir.Lo digo como acto de entusiasmo.
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