sábado, 11 de noviembre de 2023

LITTLE ODESSA

 


24 años tiene James Gray cuando en el invierno de 1994 filma "Little Odessa", el tipo de la barba, su primera película, titulada en España "Cuestión de sangre". Ya sin intentar recordar qué estaba haciendo yo a mis 24 años me quedo pensativo ante una película como ésta con sus 454 planos en 92 minutos que a mi me parece absolutamente magistral y asombrosa. Luego claro, es inevitable que hayan venido siete películas más y los cinéfilos hayamos jugado a ésta sí, ésta no, está en forma, no está en forma y el juego superfluo de apreciaciones y depreciaciones de siempre.

Puede que incluso tenga películas que me emocionan más como "Two lovers", puede que tenga momentazos mayores pero cómo mejoras esto. Pero qué demonios vas a hacer cuando tu primera película muestra ese dominio del plano, ese uso expresivo del paisaje, esa lacónica contención dramática que deriva en una emoción congelada sublime. Ese "furor bressoniano" en afortunada expresión de un gran bloguero que puede buscar sus raíces en los 70 o quizás más exactamente en lo mejor de Walter Hill, Sidney Lumet o Michael Mann pero que es una obra de una rabiosa y controlada inspiración de su director, que tenía que tener la cabeza muy fría a una edad en la que no se tiene la cabeza así para guiar con esa mano maestra y de de hierro el fluir de los 454 planos y la grandeza trágica de su historia de lazos familiares y culturas en los márgenes del gran sueño americano.
Porque además él escribe el guion y no hay ni el más mínimo asomo de la sobreescritura en la que se suele caer fácilmente cuando se asumen los dos cometidos. Si después ha patinado a veces o no ha acabado de atinar siempre es porque esto no se puede (ni se debe) mantener en el tiempo.

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