lunes, 2 de abril de 2012

CACHÉ


De las películas que siguen aguantando el tirón de la pasada década, que es ni más ni menos que la primera del siglo XXI (¡y ya es la pasada década), muchas pruebas del algodón han de hacerse todavía, pero una que me aguanta el tipo, que sigo viendo varias veces con los ojos muy abiertos, es ésta formidable obra maestra, a falta de pocas por descubrir, la más excepcional que habrá hecho seguramente Michael Haneke.

"Caché" es una virtuosa mezcla entre terror y crítica sociopolítica. Las cintas de vídeo que recibe el matrimonio formado por Daniel Auteil y Juliette Binoche son tanto el leimotiv de una angustiosa pesadilla, como el dedo acusador de unos pecados del pasado de su clase acomodada-que luce esas obscenas estanterías de cultura de postín- y de su nación criminal. Nunca sabremos quén envía esas cintas pero quizás conviene no caer en el tópico de proclamar que no importa, porque de quien provenga el dedo acusador puede ser fundamental en el porvenir de las naciones y en el porvenir de su redención, y eso podría deducirse del último plano.

Con un sólo efectismo (que podríamos hasta perdonar y justificar dada la historia del personaje de Auteil y el respingo que pegó la sala), "Caché" estremece y hace reflexionar al mismo tiempo sobre los sombríos mimbres sobre los que se edifica nuestro bienestar, sobre las propias culpas. Es en si misma una cinta que nos retrata como occidentales y como humanos condicionados por el peso de la historia con mayúsculas y minúsculas.

Puesta en escena con rígida y extrema sencillez, como si no sucediera realmente nada, funciona con una brillantez impecable que no se marchita sino que se enriquece visionado tras visionado, postulándose como clásico moderno de primera categoría.








6 comentarios:

  1. Lo cierto es que no sé cómo clasificar este film (tampoco es necesario hacerlo); supongo que podríamos encuadrarlo como un drama psicológico articulado con un esqueleto de intriga como pretexto para refle­xionar sobre una serie de temas (consecuencias de la guerra de Argelia, infierno interior, heridas de la infan­cia mal cicatrizadas, miedos y desconciertos). El film funciona como una parábola turbadora y desasosegante, con un toque enfermizo (es habitual en este realizador), que golpea al espectador con impúdicos interrogantes.
    Culpables o no, no existe seguridad en nuestro “saloncito occidental”. Siempre hay alguien (q veces, sin identificar) que lo pone en evidencia.
    Un saludo.

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  2. Aunque a la vez, irónicas paradojas del arte, sentimos esa inseguridad en nuestro saloncito occidental a través de una estupenda televisión después de una estupenda cena. Supongo que otros mataron a la gallina por nosotros, como le sucede al pobre Majid, ese pobre argelino al que el personaje de Daniel Auteil le pone la zancadilla en repetidas ocasiones a lo largo de su vida, no dejándolo vivir tranquilo ni de niño, ni de adulto, siempre con justificadísimas razones. Cada vez tengo menos certeza sobre quiénes son las víctimas.

    Un saludo

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  3. La mejor con diferencia de Haneke, aunque "Code inconnu" no estaba nada mal tampoco. Nunca entendí la fascinación con "Funny games" o "Benny´s video" ni recientemente con "Das weisse band".

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  4. Me parece la mejor, sí.Haneke fue notablemente progresando tras la sorprendente "Funny games", que fue la primera suya que muchos vimos, a mi la única que me decepciona rotundamente es "Das weisse band", que parece hecha sinceramente para ganar un premio, algo que uno suponía era más bien propio de Spielberg o de Scorsese pero que parece que en Europa también se da.

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  5. Nada que añadir a tu comentario, Sergio. Es, en mi opinión, la mejor película de Haneke junto a "Código desconocido", como bien apunta Jesús Cortés, con quien comparto la desgana por "La cinta blanca".

    Saludos,
    Rafa Morata.

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  6. Tengo que acabar de descubrir algunas como "El vídeo de Benny" o "71 fragmentos".

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