martes, 11 de febrero de 2014

ALEGRÍAS DE CÁDIZ

Hasta el próximo domingo 16 se puede ver online esta película de Gonzalo García-Pelayo. Un caso singular de alguien que dirigió a finales de los 70 y principios de los 80, y que ha conocido recientemente una reivindicación, desde cinéfilos o revistas, pasando por ciclos en filmotecas o festivales como Buenos Aires, Sevilla o Viena.

En esta vuelta al cine está implícito el apoyo, en el guión o en los agradecimientos de una parte de la crítica joven que lo ha reivindicado y es interesante verlo por una parte como el punto de encuentro de dos generaciones, como lo fue de alguna manera "Novio a la vista", una de las más olvidadas pero culturalmente más ricas y significativas películas de Berlanga.

Ese enriquecimiento mútuo entre generaciones, y lo que uno se imagina que habrán charlado sobre el cine y lo que no es el cine, se transforma en una película que no está anclada en otros tiempos y otras nostalgias, sino que tiene mucho que ver con un cine presente que esta generación crítica, hija del emule, reivindicó y mantuvo vivo en España. "Alegrías de Cadíz" tiene virtudes , estructuras (o faltas de ellas) y planos que responden y dialogan desde aquí con el cine más sensorial y festivo de un Miguel Gomes o de un Eugène Green.

Consigue, como conseguía "Aquel querido mes de agosto" con las verbenas veraniegas, que alguien que no se siente especialmente afín o sensible a los carnavales de Cádiz  (a ninguno en realidad), participe del alma gozosa y eufórica que recorre la película.

"Alegrías de Cádiz" es una deriva visual y sonora, desde el metalenguaje, por la luz y los cantos de un paisaje, precisamente quizás lo más débil sea su tenue hilo narrativo. Y suele pasar que cuando existe inspiración y talento para embriagarte de luces, imágenes y sonidos, la parte literaria suela desmerecer o no mostrarse ni de lejos tan inspirada. Esa poesía amorosa, entre arrebatada y procaz, y esa retórica sobre la mujer gaditana  es mucho menos bella, a veces algo vulgar, soporífera y cansina, que la turbadora manera de filmar las coplas, las chirigotas, las playas, los mercados y las canciones, y la confianza de abandonarse a ellas. La confianza máxima en la cámara y la música por encima de la escritura del diálogo. Y la confianza de abandonarse a la vitalidad y la alegría de las que no andamos sobrados en el cine, y sin ahorrarse comentarios sobre la situación del país, sin impostarlos, naturales como sólo el mejor cine popular puede hacerlos.







5 comentarios:

  1. Es un enorme mojón disfrazado de experiencia sin ataduras. Sólo se salvan las secuencias carnavalescas, por su propio valor como arte del pueblo gaditano y por sus intérpretes (Selu, Yuyu, etc.) porque ni siquiera están bien rodadas. Y Cádiz, pero claro, hay que ser muy inútil para que una ciudad así salga mal.
    Tengo pendiente "Vivir en Sevilla" y estoy cagándome vivo :)

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  2. Yo en cambio le aplicaba la mirada de quien poco o nada sabe de Cadiz ni de los carnavales, vamos, que no te podía citar el nombre de los de la chirigota ni jarto de vino. ¿Tienes "Vivir en Sevilla"?, ¿circulan las películas de este hombre?. A todo esto tampoco me parece nada insano que alguien poga a parir la película, siendo como somos de canonizaciones súbitas y en masa además. Un saludo

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  3. Hablaba de los Carnavales porque es lo único salvable, lo "ficcionado" era lamentable. Encontré 'Vivir.." en los prados... Cuando tenga un rato de aplomo, lo veo y te digo ;) Saludos.

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  4. vivir en Sevilla, está publicada en varios foros de cine.

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  5. Gracias, ya la estoy viendo circular. Quizás caiga durante abril.

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