viernes, 29 de mayo de 2015

MACBETH (1971)

Parte de la grandeza de las mejores obras de William Shakespeare, uno de los grandes tesoros del patrimonio artístico mundial, que uno puede descubrir y con el que puede maravillarse desde muy tempranas edades, es que sirve perfectamente para la personalidad de cualquier adaptador.

Te llames Kurosawa, Welles, Füssli, Chassériau, Verdi o Kozintsev la obra puede convertirse en absolutamente tuya, parte de tu universo personal, tus rasgos de estilo y tus constantes.

Roman Polanski lo consigue en buena parte. Su inicio es perturbador, con un diseño visual tan único, original y fascinante que convierte a este Macbeth en algo que vale la pena volver a hacer para mostrarlo así y no como se había mostrado las anteriores mil veces.

Violenta, seca con un color a veces cálido, a veces frío como Escocia, a veces recién sacado de un film japonés (¿está Kwaidan entre sus sombras?) y con una Lady Macbeth de fábula, inconmensurable Francesca Annis.

Sin embargo creo que Polanski no logra mantener la suficiente tensión visual (no necesariamente emoción o acción). Te acabas acostumbrando al diseño y no suple con emoción cinematográfica que ya sabes al dedillo todo lo que va a pasar.

El metraje es larguito y a medida que pasa es un film cada vez más rutinario, pesado y desdibujado, que como más fetichista atractivo carga con el valor de ser su catarsis tras el asesinato de Sharon Tate, como "Tess" es su postrero homenaje aunque "Tess" es una película bastante superior.







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